jueves, 31 de octubre de 2013

13: Pétalos de Luz!


CAPÍTULO 6

Astra Orion, el Planeta que Agoniza

La ley de la Naturaleza obedece a un ciclo de vida: nace, crece, alcanza la plenitud, envejece y muere. Tanto en el micro como en el macrocosmos.
Todo vive el tiempo permitido que corresponde a cierto número de unidades de vida. Esta unidad en cualquier ser corresponde a un latido de su corazón.
Morir no es un buen término, pues nada ni nadie muere, sino que cambia de estado o dimensión. Los materiales más densos pasan a alimentar otras materias, y las más sutiles ascienden a nuevos parajes o moradas. En la naturaleza nada se pierde, nada se crea, todo se transforma, dijo el científico Lavoisier.
Todo eso que decimos tiene mucho que ver con el título de este capítulo. Cuando preparábamos el texto nos acordamos del Lobsang Rampa, quien describió en uno de sus libros un viaje hecho por él, junto con otro colega de estudio al monasterio, en compañía de su maestro el lama Mygiar Dondup, hacia un planeta que moría.
El nos cuenta que todo era rojo, en un paisaje triste y desolador. Las rocas, la arena, el mar sin olas con espumas, eran rojas. Había algunos seres vivos como crustáceos con la misma coloración roja. El sol era tan rojo que se parecía a las brasas de una hoguera enorme que se apagaría pronto. Les fue dicho que aquel mundo estaba agonizando; no poseía movimiento de rotación y flotaba suelto en el inmenso mar del espacio, como satélite de un sol que también agonizaba y que más tarde chocaría con otro planeta en la misma situación, originando en el futuro el nacimiento de un nuevo planeta.
A continuación vamos a presentar el fruto de una serie de viajes en cuerpo astral de un médium del GER hacia un planeta que agonizaba, y luego sus habitantes fueran instalados en un nuevo mundo.
El lugar donde se reunían los habitantes del planeta y sus visitantes, de otros sistemas solares, como era mi caso, estaba repleto. Algo, como un templo enorme era centro de atenciones de todas las personas. Primeramente, un hombre de mediana edad dio una conferencia cuyo asunto era la situación de aquel planeta y de su humanidad. A pesar de tener bajo control los acontecimientos previstos se notaba cierta tristeza en el aire por el inusitado momento que estaba pasando. La Fraternidad Blanca Universal representada por algunos de sus miembros se mantenía presente a todo momento, desde el inicio del proceso, en el que tomaba las medidas necesarias, para que el objetivo fuese alcanzado con pleno éxito.
Yo me encontraba presenciando un ciclo de evolución que llegaba a su punto máximo. Recordé que la Tierra estaba viviendo una fase de transición como aquel mundo aunque de manera muy diferente. Aquel pueblo se veía en la necesidad de abandonar su planeta, porque su sol moría, en contraste la mayoría de nosotros, terráqueos, se ve en la necesidad de abandonar nuestro mundo porque éste sube de categoría en la escala evolutiva de los mundos y nosotros no acompañamos esa evolución. Pocos aquí en la Tierra hablan sobre el asunto y los que lo hacen son tachados de locos. Nuestra humanidad parece hipnotizada por alguna flauta mágica, no tiene o no quiere hacer conciencia de lo que pasa a su alrededor. La creencia de que nada puede ocurrirnos es un verdadero dogma.
Quedé sorprendido de ver que, tan lejos de la Tierra, quizá en otra galaxia, personas que tal vez nunca han reencarnado aquí, saben perfectamente lo que acontecerá con la Tierra, y están envueltos en este proceso de transición, mismo al que pocos terráqueos están llegando.
Para ser sincero, sólo capté el sentido general de la reunión. Sus detalles no pude entenderlos. Creo que no sería posible a ninguno de los terráqueos, en vista que nuestro grado de evolución espiritual dista mucho del que tienen ellos.
El final de la reunión fue conmemorado por medio de un cántico, algo que no entendí porque los sonidos que emitían estaban en una frecuencia diferente; sólo oía partes de lo que cantaban y no percibía algunas secuencias, no teniendo sentido para mí. Quedé decepcionado por no entender el cántico. Luego fui traído de vuelta al lugar de nuestra reunión.
Este fue mi primer viaje a aquel Orbe que pasaba por una fase de grave transición pero que poseía una humanidad mucho más avanzada que la nuestra en todos sus aspectos; razón por la que todos estaban conscientes de los acontecimientos.
¿Cuándo será que nuestra querida y linda Madre Tierra estará en tal posición?
Sólo Dios lo sabe.
Este episodio espiritual ocurrió a principios de julio de 1991.
Pasaron algunos días. Hubo una nueva reunión de nuestro grupo de estudios, en la que me encontraba concentrado entre mis compañeros de lides espirituales.
Instantáneamente mi espíritu fue desligado del cuerpo y llevado del lugar donde estábamos reunidos. Ahí me ví solo, rodeado del silencio y en una oscuridad profunda semejante al apagón en una ciudad; sin embargo el cielo estaba negro con las estrellas brillando. Me asusté con la impresión que sentía, como si fuera un grano que vagaba en un abismo sin fin; entonces regresé a mi cuerpo físico. Segundos después fui separado nuevamente del cuerpo como si fuera succionado en sentido vertical. Me vi otra vez teniendo esa sensación atemorizante de ser absorbido por el infinito. Una vez más regresé súbitamente al cuerpo. Aún atónito y confundido vislumbré una luz azul que formaba una gran pirámide la cual estaba vacía en su interior con el vértice bajo el disco en el punto de emisión de luz. La luz formaba 4 lados luminosos, dando forma piramidal. Me parecía como una proyección de rayos laser, como las que vemos en la TV.
Mientras admiraba el bello espectáculo, escuche una voz que me dio confianza. En verdad no era una voz porque no había sonido, sino mas bien una sensación accionando algún sentido que desconozco en mí, pero que intrerpreté por medio de las palabras a continuación:
- "Somos habitantes de Marte. Nos llamamos Edzio-mer y Soh-mer. Lo llevaremos de visita a nuestra civilización que habita un planeta en la vía láctea, pero en otro sistema solar. Este planeta es el cuarto de los que gravitan en órbita alrededor de un sol con vida en fase terminal".
Inmediatamente, me ví flotando en torno a un planeta pequeño, tal vez del tamaño de nuestra luna. En el espacio que parecía ser siempre poniente, por la coloración rojiza de la luz que el sol irradiaba, ví grandes estructuras parecidas a monolitos negros, sin brillo, algunos agrupados en 3. Fue lo primero que despertó mi atención. Uno de mis acompañantes me informó que eso eran máquinas captadoras de luz y energía.
Flotaban en el espacio, gravitando en un campo de fuerza creado para mantenerlas ahí. Cuando necesitan reparación el campo es desactivado lentamente y las máquinas ganan peso y descienden suavemente sobre la superficie.
El sistema de transporte se efectúa a través de tubos que salen de la superficie del planeta. Las personas entran en pequeños vehículos parecidos a elevadores que se deslizan dentro de esos tubos de manera rápida, suave y segura. Después de alcanzar altura en posición vertical los vehículos transitan sobre la horizontal. Todos son protegidos por campos de fuerza que los rodean y por eso jamás ocurre algún impacto. Cuando se acercan al sector terminal este tipo de conducción se transforma en un elevador dejando a las personas en la superficie. Las ciudades o sectores no son muy grandes, pero son bien aprovechados en cuanto al espacio, por lo que no son super pobladas. Los habitantes no caminan pisando el suelo como nosotros sino que flotan. Sus cuerpos emiten un aura radiante que se tornaba visible para mí.
No existe contaminación ocasionada por los habitantes, aunque las ciudades sean protegidas por cúpulas muy grandes y transparentes, protegiéndolas de las descargas de energía del sol en extinción.
Otro aspecto que me impresionó mucho fue un jardín que visité. Era extrañamente exhuberante, aunque no era de grandes proporciones. Tuve la impresión de que, a medida que me acercaba, yo disminuía de tamaño y él crecía. Las flores tenían capacidad de cambiar de forma y color como un caleidoscopio. Se movían también como si fueran tocadas por una suave brisa, aunque sujetas al suelo se entrelazaban unas con otras con un movimiento interesantísimo, diseminando música en el aire y sus perfumes se traducían en luz multicolor formando diversos matices. A pesar de la fragilidad de los tallos las hojas y flores me dieron la idea de que tenían un plazo de vida mucho más largo que el de sus hermanas en la Tierra. Enseguida mis amigos, los marcianos que me llevaron, relataron que en aquel planeta aún había otras formas de vida vegetal comparables a las de nuestras hierbas dañinas. Vivían separadas de las bellas y finas especies para no sofocarlas con su fuerza bruta y primitiva siendo no obstante cuidadas con igual amor. La separación entre ambas especies era necesaria para que las dañinas completaran su ciclo evolutivo en aquella esfera planetaria; no las arrancaban o quemaban como lo hacemos aquí. Esta preocupación con la vida de las especies menos desprovistas de belleza me emocionó mucho más que el jardín fantástico que describí arriba.
Otro hecho muy curioso que observé fue que las plantas llamadas por nosotros dañinas y parásitas, cuando cultivadas lejos de las bellas mutantes, parecían frágiles e indefensas y aún raquíticas; uno de mis acompañantes me explicó que cuando están juntas las especies más delicadas se tornan fuertes, amenazadoras y agresivas, perturbando el desenvolvimiento de las otras especies, de ahí la necesidad de la separación. Es fácil de comprender, porque aquí hacemos lo mismo.
Después de visitar el jardín fuimos al centro de una ciudad. Percibí que no llamábamos la atención a los habitantes y en ese sentido hice varias preguntas a mis amigos, tales como: si las personas ignoraban mi presencia por indiferencia o porque ya sabían que yo aparecería allá.
Me respondieron que el pueblo ya sabía todo, inclusive de mi presencia, porque aquel acontecimiento había sido programado. Me veían, pero simplemente no tenia sentido para ellos mirarme como un extraño, porque entonces yo quedaría inhibido si comenzara a ser visto como ser exótico o extranjero; ellos estaban acostumbrados a recibir seres de muchos planetas. De acuerdo al grado evolutivo que ellos se encuentran no nos ven como seres atrasados o ignorantes, respetándonos dentro del estado de evolución de nuestra vida, conscientes de la existencia de diversos ciclos, y porque también ellos mismos estuvieron hace milenios atrás en nuestra misma fase actual. Es como nos dijo el querido maestro Kuthumi: "el ángel de hoy fue el demonio de ayer", o invirtiendo la oración: "el demonio de hoy será el ángel de mañana".
Presentí que estábamos por regresar. Abandonamos la ciudad dentro de un vehículo que se dirigió a través de un tubo y fuimos en dirección hacia uno de los polos del planeta, donde había una magnífica construcción que pensé era una estación de embarque para viajes largos entre estrellas. Caminamos, o mejor dicho, volamos en dirección hacia la puerta de una gran torre. Después de esto sólo me acuerdo que llegamos al centro de reunión, feliz por una magnífica oportunidad más que el Padre me concedió de visitar "otras moradas" y traer las imágenes para mis compañeros de trabajo del GER.
Agosto o septiembre de 1991, no me acuerdo con seguridad, y ya estoy en una nave espacial para visitar el planeta que moría. En esta ocasión pregunté el nombre de aquel mundo y mis amigos me dijeron que se llamaba Astra Orion, es de notar que en todos los viajes que hice a Astra Orion el asunto de conversación era la transición de nuestro planeta y la desaparición del de ellos.
En uno de aquellos viajes había mucha gente de la Tierra ahí reunida. Había indios, negros, aborígenes de Australia, científicos, médicos, gente de todas partes del globo con grado variado de intelectualidad y cultura. Algunos en estado de vigilia como yo, en cuerpo astral, sin embargo totalmente consciente de mis actos, otros desprendidos de su cuerpo dormido. Todos, sin embargo, llevarían mensajes del cambio del grado evolutivo de la Tierra hacia sus semejantes cercanos a través de pláticas, conferencias, reuniones y eventos. Cada uno con su conocimiento interpretaría dentro de sus posibilidades; algunos dirían que tuvieron un sueño, pero todos deberían saber y tener una noción de lo que estará reservado para nuestra humanidad en un futuro próximo.
Esta última reunión terminó con una especie de gran proyección holográfica, esto es, imágenes en tres dimensiones proyectadas en el aire y hecho en tres partes. En la primera, el planeta Astra Orion fue absorbido por la oscuridad del firmamento que lo envolvió; algo como un encogimiento súbito, violento, hasta desaparecer. En la segunda proyección, un enorme planeta envuelto por una nube densa de color ceniza, emitiendo un sonido profundo y rítmico como el de un corazón gigante. Un sonido simplemente abrumador e insoportable. Me dijeron que aquel "planeta gigante" era el que limpiaría a la Tierra. Este cuerpo celeste es también llamado "Planeta Intruso" porque no pertenece a nuestro sistema. Esas proyecciones tocaron fondo en mis sentimientos, pues hace mucho ya que tengo conocimiento de esos momento difíciles que pasará la Tierra como todos los reinos de la naturaleza que la componen, inclusive, el del ser humano.
Fuí traído de vuelta por los amigos marcianos a la sede del GER.
Quedé dos meses sin ir a Astra Orion, hasta que un día fui invitado nuevamente por Edzio-mer y Soh-mer para visitar el lugar hacia donde se había mudado aquel pueblo. Era un planeta mayor que el otro, tal vez del tamaño del nuestro, llamado Astra Magiori. El mar era igual al nuestro pero sin el ir y venir de las olas, pareciendo inmenso lago. La luz era azulada sin ser fría. Las construcciones eran bajas y de un solo pavimento. La temperatura parecía como casi fija y se mantenía estable aunque se apartara de la fuente de luz.
Los seres estaban muy felices en su nueva morada.
Continuando con mis observaciones noté una cosa curiosa en aquel planeta: un lado estaba siempre mirando hacia el sol y el otro permanecía en oscuridad infinita. En el lado claro es que vivía, en la cuarta dimensión, la humanidad del extinto Astra Orion.
Entre esos dos lados del planeta existía una faja o zona de clima templado, una especie de cinturón de vida, más o menos parecido al tipo de vida de la Tierra. Este lugar era llamado Astra-Aara y ahí habitaba una civilización venida hace poco de un primitivismo total, en un grado de evolución más atrasado que el nuestro en tecnología y ciencia.
Estaban encarnados como nosotros en la tercera dimensión y no tenían conocimiento de la existencia del pueblo originario de Astra Orion, que habitaba en común el mismo planeta. Existía una especia de barrera oculta, impenetrable físicamente entre las dos humanidades, así como entre nosotros y los intraterrestres, que son más adelantados en ciencia, tecnología y sobre todo, en espiritualidad.
Vamos a insertar dos mensajes recibidos por los habitantes de Astra Orion.
Palabras del médium: después del mantra, me dí cuenta de la presencia de dos extraterrestres que siempre están presentes en nuestras reuniones desde hace mucho tiempo, sin que se hubieran manifestado.
Parecían ser una pareja, lo que se confirmó en otra ocasión. Asistían juntos al fondo del salón de nuestro Grupo de Trabajo y nunca hablaban.
No sé porque decidí en aquel día conversar con ellos telepáticamente. Bastó que contactara en pensamiento para que ellos dos se acercaran, siendo que uno nos proporcionó las informaciones que siguen a continuación:
Hice varias preguntas mentales y ellos respondieron objetiva y claramente. Finalmente escribí para no olvidar.
Pregunta - ¿De dónde son ustedes?
Respuesta - De Astra Magiori.
(Recordé en ese momento que ya había estado en aquel gran planeta, hacia donde había sido llevada la humanidad de Astra Orion).
Pregunta - ¿Qué hacen aquí en la Tierra?
Respuesta - Obedecemos ordenes de la Gran Fraternidad Blanca Universal.
Pregunta - ¿Cómo llegaron?
Respuesta- A través de naves espaciales de la cuarta dimensión. Nos somo espíritus desencarnados, pero ya vivimos en la cuarta dimensión.
Pregunta - ¿Por qué ustedes, siendo de un planeta tan distante, se interesan por la Tierra?
Respuesta - Nuestros planetas están ligados por determinación superior.
Pregunta - ¿Hay alguna causa kármica?
Respuesta - No, sólo por misión determinada.
Pregunta - ¿Por qué ustedes están siempre aquí en este Centro?
Respuesta - Porque necesitamos intercambiar energías y porque ustedes nos atraen con pensamientos y vibraciones de amor, que representan para nosotros un refugio confortable.
Pregunta - ¿Qué hacen en la Tierra?
Respuesta - Por el momento, sólo observamos (dieron a entender que muy en breve van a desempeñar actividades).
Pregunta - ¿Desde hace cúanto tiempo están entre nosotros?
Respuesta - Trescientos años.
El médium percibió que los extras continuarían siempre presentes en el planeta y hasta frecuentando nuestro Grupo, lo que realmente ha ocurrido.
Pero un mensaje fue recibido por el mismo médium meses después:
"Yo soy Ma-Yr. Hija de Astra Orion, habitante de Astra Magiori, el nuevo planeta que nos recibió. Nuestro planeta originario, que nos abrigó por milenios, gravitaba en torno a un sol agonizante y ya no recibía más la fuerza vital planetaria que sustenta las humanidades. Así, agotado, llegó al límite, incapaz de soportar la fuerza de gravedad y presión cósmica.
Al abandonar nuestro planeta, éste fue absorbido y desapareció en el espacio. La energía que quedaba partió en dirección al Logos Solar hacia el Creador. El recoge esas energías y las concentra nuevamente para, en un punto del espacio vacío, provocar, la explosión que creará un nuevo sistema.
Así deber ser comprendido el nacer: una explosión venida del plano o espacio real, verdadero, no físico, hacia el plano o espacio físico, ilusorio. Los indúes designan como "maya" al mundo de las ilusiones.
Los orbes creados reciben civilizaciones en un verdadero intercambio de energías. Así, los seres de un planeta no pueden vivir sin las energías de su orbe, ni él sin la monumental fuente de energías de su humanidad.
Por eso mismo es que los desencarnados también continúan apegados alrededor de su mundo actual.
Cuando se habla de evolución de humanidades, se debe hablar obligadamente de evolución planetaria, puesto que el cuerpo físico que los espíritus usan son masas originarias de esa esfera, y las energías vitales son también energías transformadas en la dinámica de la vida y de la muerte.
Sabemos que es difícil la comprensión del asunto, pero por ahora, es lo mejor que podemos explicar.
Que Dios los bendiga con su Paz

Ma-Yr, el 27/09/93



Sobre Astra Magiori

Pregunté a Ma-yr, cómo el pueblo de ella podía habitar el astral de un planeta que en su lado físico acogía una humanidad en principios de vida.
Ella me respondió que lo seres estaban en un estado de inconsciencia, por eso el astral no estaba contaminado. A partir del momento en que esa humanidad despertara hacia la consciencia y ésta última aflorara, también lo haría todo lo que conocemos en términos de cosas buenas y ruines, entonces ese astral impregnado no tendrá más capacidad para abrigar una raza evolucionada, y allí ellos cambiarían nuevamente de planeta. Pero tal cosa tomaría millares de años terrestres.
Le pregunté cómo es que ellos viven aquí en nuestro astral. Ella respondió que están trabajando en misión, lo que es muy diferente a que toda la humanidad viviera fuera de su hábitat correspondiente. Me dijo que no les pasa desapercibido lo que existe en nuestro astral.
Sólo existen áreas demarcadas, donde las especies viven en grupos conforme sus vibraciones, y que ellos evitan estar en esas áreas porque no es su trabajo ese punto. Pero cuando es necesario ellos hacen la limpieza del lugar, en caso que necesitaran establecerse allí. Y aunque el astral para nosotros parezca algo sin dimensión, para ellos es un espacio muy palpable y bien definido.
Le pregunté a ella si ellos se abruman con lo que ven. Ella dijo que no ignoran eso, porque estudian, pero no dejan de sentirse acongojados frente a tanto dolor y locura.
Pregunté también lo que más les espanta en este tiempo de convivencia con nosotros. Ella me respondió: la desesperación de los suicidas y el egoísmo de algunos seres humanos; que es una cosa que, a pesar de tener conocimiento de ser una de las imperfecciones más tristes (tan abundante en este planeta), es el origen de casi todo dolor existente sobre la Tierra.

Septiembre, 1993



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