sábado, 7 de septiembre de 2013

02: Pétalos de Luz!


CAPITULO 1
Los Mantras

El sonido es la materia prima del Universo.
Dice el Evangelio de San Juan que: "En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Todo fue hecho por El y nada de lo que se ha hecho fue hecho sin El. En El estaba la Vida y la Vida era la Luz de los hombres".
Los mundos y seres que componen el Cosmos fueron constituídos por el sonido, por la palabra, que emanó como el primer hálito divino. Por el sonido, el "caos primitivo" se ordenó y se sistematizó en los mundos que conocemos.
El sonido en el mundo físico, despierta un sonido correspondiente en los reinos invisibles e incita a la acción, de una manera u otra, en el lado oculto de la naturaleza.
El sonido es el más eficaz y poderoso agente mágico y la primera de las llaves para abrir la puerta de comunicación entre mortales e inmortales.
Cada letra tiene su significado oculto y su razón de ser; produce efectos que serán motivo de nuevos efectos. Como regla general, todos los rituales religiosos son cantados; no hay grupo, por menos espiritualizado que sea, que no tenga sus himnos o cánticos.
Como música, el sonido es el vehículo ideal, tanto para la liberación como para la esclavitud de los hombres. Mantiene a los seres humanos, y dicho sea de paso también a los animales, en un estado emocional característico que los predispone a tomar actitudes, a veces las más disparatadas.
El sonido es una gran arma de hombres y Dioses. En sí no es bueno ni malo; su empleo adecuado o nefasto depende exclusivamente de la voluntad del hombre.
En este capítulo estudiaremos un poco sobre los sonidos que elevan al espíritu; los mantras, los sonidos místicos o sagrados.
El origen de los mantras está en uno de los textos sagrados de la India (los Vedas), pero amplio y más antiguo de todos es el llamado Rig Veda, que es un libro de cantos métricos divididos en diez partes denominadas mandalas. Por esa razón, muchos traducen la palabra mantra del sánscrito como "himno" o "discurso cantado".
Otros autores lo consideran prácticamente equivalente a nuestra palabra "magia" o "encantamiento" una vez que, bajo el punto de vista esotérico, los mantras son ante todo invocaciones mágicas utilizadas para encantamientos, en lugar que oraciones religiosas.
Etimológicamente, en sánscrito, "man" significa mente y "tra" significa control, o sea, mantra también podría ser definido como una combinación de sonidos que nos da el control de la mente.
Mantras son piezas idiomáticas consagradas por el uso superior y su culto ha variado conforme a las diversas fraternidades iniciáticas, doctrinas espiritualistas y credos religiosos.
Puede construirse de una palabra, un verso, un aforismo o una fórmula espiritual; sus letras y sílabas son de articulación armoniosa y cuando son pronunciadas a un ritmo o sonoridad peculiares, y bajo fuerte concentración mental, despiertan en el organismo físico del hombre un energismo poco común que le proporciona cierto desprendimiento o euforia espiritual.
Todas esas combinaciones de sílabas o palabras, a través de su repetición rítmica y continua mediante las cuales se originan vibraciones, producen determinados efectos ocultos.
Un mantra no debe, solamente, ser tocado o cantado; necesita ser acompañado por un pensamiento de acuerdo con la combinación de sonidos; necesita ser vivido.
Las palabras mántricas poseen poder de acción en el cuerpo etéreo y astral del hombre, pues aceleran, armonizan y amplian las funciones de los chacras del duplo etérico. Tales palabras auxilian la mejor sintonización del pensamiento sobre el sistema neurocerebral y las demás manifestaciones de la vida física.
Hay en las palabras sublimes cierta musicalidad tierna y vigorosa que, accionada progresivamente, puede alcanzar la intimidad atómica de la materia y alterarle la cohesión íntima ocasionando modificaciones inesperadas.
No se construyen mantras, pues no despertarían efectos espirituales superiores en el alma humana. En verdad, son las propias palabras que se consagran en "mantras" , por su uso elevado, transformándose en verdaderas "llaves verbales" de acción espiritual poco común sobre los diversos vehículos ocultos y físicos de lo que se compone el hombre.
Esas palabras congregan las energías y las propias ideas de los que entonan los mantras, asociándolas con las fuerzas psíquicas benefactoras que después se convierten en rigurosos despertadores espirituales.
La palabra escrita o hablada expresa el lenguaje del hombre, de la tribu, del pueblo, de la nación o de la raza. En consecuencia, la palabra define el temperamento, el idealismo, la religiosidad, la conducta moral, el sentido artísitico, la cultura y la ciencia, y por tanto, el grado de espiritualidad o progreso espiritual.
Por eso, las palabras mágicas o mantras revelan también, en su enunciación disciplinada y en su ritmo ascendente, el carácter, la fuerza, la sublimidad y la ternura espiritual de un pueblo. Todas las características de un pueblo también le crean un timbre o cuño esotérico firmado en el mundo oculto por su energía mental.
Por todas estas razones arriba descritas, los mantras revelan matices diferentes de un pueblo a otro.
Una simple palabra puede desencadenar, en el psiquismo humano, cuadros mórbidos de toda especie. Conforme asegura la medicina moderna, esa disposición mental produce las más variadas alteraciones físicas como modificaciones en las corrientes sanguínea y linfática y en los sistemas endocrino (glándulas) y nervioso.
Ante la palabra "guerra", por ejemplo, que podemos considerar un mantra negativo, el hombre desata en la mente una serie de imágenes y remembranzas mórbidas.
Todavía hace poco tiempo, la humanidad terrena comprobó el efecto aterrorizante de los mantras negativos o malévolos cuando el nazismo divulgó por toda Alemania fórmulas, distintivos, insignias y símbolos que, tanto por la imagen como verbalmente, intentaban despertar las emociones belicosas de los alemanes.
La cruz suástica, bajo la tonalidad excitante del rojo, funcionó como un poderoso dinamizador; los uniformes negros de los S.S. evocaban en el subconsciente de las criaturas a las propias fuerzas tenebrosas que alimentan y componen la influencia infernal del mundo diabólico.
Todo eso estimuló el temperamento guerrero y destructivo del pueblo alemán, despertando resentimientos y humillaciones sufridas en tiempos pasados y ansiosos de vengarse contra las demás naciones.
Los pueblos vencidos pagaron durante la rebeldía mórbida de los nazistas; Hitler, mediumnizado por los "mentores de las sombras", usó y abusó de la fuerza de la palabra en el evento nazista, practicando el "hechizo verbal" más chocante y pernicioso en la historia del mundo.
Cuanto más pronunciamos determinada palabra y pensamos en ella, tanto más energética, cohesa y nítida es su representación idiomática y vibración psicofísica.
Palabras como Amor, Paz, Perdón, Esperanza, Bondad, aunque sean vocablos comunes y de uso en el mundo profano, ya poseen sentido para servir como verdaderos mantras, desde que sean pronunciadas dentro del ritmo sonoro y de la disciplina que le es propia. Son de vibración sublime y acumulan fuerzas creadoras por la expresión de la idea superior que las mismas traducen.
La palabra "Buda" es un poderoso mantra de evocación esotérica y el nombre "Crisma" significa lo mismo en la India.
El vocablo "Cristo" representa la más alta expresión mántrica para que el hombre occidental despierte su espíritu a las virtudes del Amor, de la Renuncia, Bondad y Pureza.
Los iniciados que saben dar uso a la vibración sonora sideral del vocablo "Cristo", se llenan de esperanza y júbilo y son inmunes a las vicisitudes y crueldades del mundo. Los cristianos, al morir en los circo romanos, entonaban el cántico "Ave Cristo"; muchos de ellos desencarnaban completamente anestesiados, sólo bajo el efecto sonoro vibratorio de esa palabra sublime.

Como dice nuestro mentor Ramatís: "Y todavía hay hombres que hablan del 'Cristo' con la misma displicencia con que mencionan la marca del cigarro preferido".


Los mantras operan de varias maneras, por ejemplo: ciertas formas de palabra traen consigo ideas definidas y cambian completamente la corriente de nuestros pensamientos y sentimientos, como es el caso del himno nacional de un país; los himnos y cantos de la Navidad; los gritos de guerra que desempeñaron papel tan prominente en las batallas medievales.
Las religiones poseen mantras que operan por la fe, como la gran invocación mahometana: "No hay ningún Dios, sino Dios". La iglesia católica posee sus mantras, los cuales cuando son recitados religiosamente y por la música sacra reajustan energías espirituales, dispersan emociones desagradables y asocian sentimientos sublimes en los fieles, enseñando purificaciones emotivas y mentales.
Uno de sus mantras más famosos es el "Hoc Corpus est Meun" ("Este es Mi Cuerpo"); el propio Cristo hizo un pacto de que siempre que esas palabras son pronunciadas en cualquier lengua, por uno de sus sacerdotes debidamente entrenados, El le responderá. Se produce entonces cierta transformación maravillosa en el pan, sobre el cual él las pronuncia, de suerte que, aunque la apariencia externa del pan permanece la misma, sus principios o contrapartes superiores son sustituídos por la propia vida del Cristo y así se torna exactamente su vehículo, como lo fue el cuerpo que El usó en Palestina.
Hay mantras que operan sólo por el sonido. La vibración que el sonido pone en movimiento repercute en varios de los cuerpos del hombre y tiende a ponerlos en armonía con ella.
El sonido es una ondulación en el aire y cada sonido musical tiene un número de modulaciones que éste pone en movimiento, pero las oscilaciones se extienden mucho más allá de lo que el oído puede acompañar.
En una materia muy superior y más sutil se producen ondas correspondientes y por eso, el canto de una o más notas produce efectos sobre los vehículos superiores. Hay sonidos que son demasiado sutiles para afectar el aire; no obstante, pone a la materia etérica en movimiento y esa materia etérica comunica sus oscilaciones a la persona que recita el mantra y hacia quien o sobre lo que se dirige.
Tales mantras, usualmente, consisten de diversos sonidos ordenados de carácter muy resonante y sonoro. Ciertas veces se emplea una simple sílaba como la Palabra Sagrada.
Hay mantras universales, cuyos sonidos y vibraciones identifican la misma idea-materia en toda la faz del planeta. Tal es el caso del vocablo "Aum", que se prouncia más apropiadamente "OM", pues es el mantra más poderoso en cualquier lugar. En su ritmo iniciático es la representación universal de la propia idea de Dios, la Unidad, lo Absoluto. Esa palabra sagrada hindú corresponde a la egipcia "Amén".
Hay diversas maneras de pronunciarla que producen resultados diferentes de acuerdo con las notas en que las sílabas son cantadas y el modo como son pronunciadas.
El efecto de esta palabra, cuando es pronunciada adecuadamente en el comienzo de la meditación o de la reunión, se asemeja siempre a una llamada de atención. Ella dispone las partículas de los cuerpos sutiles, de la misma manera como una corriente eléctrica actúa sobre los átomos de una barra de hierro. Antes del pasaje de tal corriente, los átomos del metal están apuntando en varias direcciones, pero cuando la barra es magnetizada por la electricidad éstos se viran e inclinan en una sola dirección.
Exactamente, al sonido de la palabra sagrada, cada partícula en nosotros responde, y entonces nos encontramos en la mejor condición para ser beneficiados por la meditación o estudio que se sigue. Al mismo tiempo, esa palabra actúa como una llamada a otros seres humanos y no-humanos que se reúnen de nuevo, algunos con comprensión del significado y poder de la palabra y otros traídos por el sonido extrañamente atractivo.
Todos los mantras que dependen del poder del sonido son valiosos sólo en la lengua en que fueron elaborados; si traducimos uno de ellos a otra lengua tendremos otro mantra, por tener ahora un grupo diferente de sonidos.
Los mantras negativos, utilizados para fines malévolos, son de carácter violento y dilapidador y son pronunciados con furiosa energía y rencor; están relacionados con ceremonias de magia negra como por ejemplo el "voodoo".
Nuestra conexión con los mantras debe ser solamente con los de naturaleza benéfica y agradable y jamás con los maléficos. Pero, los buenos y los malos utilizan, de igual manera, el mismo método de trabajo; todos ellos intentan producir vibraciones en los cuerpos sutiles, tanto del recitador como de aquellos a quien se dirige el mantra.
Todo lo que hacemos por medio de un mantra lo podríamos hacer por nuestra propia voluntad. Pero el mantra establece las vibraciones requeridas, haciendo parte del trabajo por nosotros y en consecuencia facilitándolo.
Otro punto referente a los mantras es que no se debe recitarlos en provecho propio o en la presencia de personas groseras o mal intencionadas, porque el poder de un mantra intensificará tanto el bien como el mal.
Una persona, que estuviese presente, y que no pudiese responder a las vibraciones en su forma superior, podría ser perjudicada, lo que probablemente fortalecería el mal existente en ella.
Conforme nos dice Ramatís, "lo que da la fuerza a la palabra transformada en mantra, más allá de su significado superior o consagración sublime, es la voluntad, la ternura, la vibración personal y amor de quien recita, en fusión con la vibración individual del propio Espíritu Cósmico. El recital mántrico, disciplinado por las leyes de magia del mundo oculto, transborda de poder y fuerza en el campo mental, astral y etérico del hombre".
Es poderoso detonador psíquico que libera las energías del espíritu inmortal y lo conduce al ímpetu y a la suspensión del los sentidos comunes, por la fugaz contemplación del "Mundo Divino".
Por todo lo que fue transcripto hasta aquí, la recitación mántrica de la sílaba sagrada "Aum" es amorosamente entonada al inicio de los trabajos del Grupo de Estudios Ramatís. El momento en que esa práctica fue introducida en el Grupo es relatado a continuación por su dirigente:
"Por los años 1983 y 1984 yo formaba parte de la 'Orden de los 49', en Piracicaba (Sao Paulo) dirigida por Polo Noel Atan, autor del libro "La Ciudad de los 7 Planetas".
A bien de la verdad, aprendí mucho con aquellos cursos por correspondencia, a través de apostilla mensual. La recitación del mantra "Aum" formaba parte de aquel estudio y yo siempre olvidaba cumplir aquella norma.
Un bello día, el cual no he de olvidar nunca, tuve un sueño inusitado que me sirvió de marco para el surgimiento de actividades en el Grupo de Estudios Ramatís. Más allá de eso, siempre tuve desde los cinco años de edad sueños extraordinarios en materia de premoniciones y avisos.
Soñé que en aquella noche me encontraba al aire libre teniendo frente a mis ojos maravillados un extenso horizonte donde se perdía la vista. Miré hacia arriba y el cielo estaba limpio, muy azul, sin nubes moviéndose de allá para acá, todo muy tranquilo.
En eso, aparecieron bien grandes las tres letras que forman el mantra-raíz de donde se originan todos los demás.
Ese mantra es el Principio y el Fin de todas las cosas. Es Cósmico, Galáctico, Sistema Solar y Planetario. Es lo que da origen a todo los sonidos y consecuentemente a todas las músicas.
He aquí como lo ví en sueño:


AUM = OM

Quedé fascinada mirando el fenómeno en el cielo, al mismo tiempo que, telepáticamente, me decían que lo recitara conforme instrucción recibida. Desperté instantáneamente!
A partir de ahí encaré el asunto con mucho más respeto y seriedad.
Tiempo después tuve la feliz idea de introducirla en nuestro Grupo de Estudios Ramatís en los días de reunión, lo cual fue acatado cariñosamente y con mucha alegría por todos los miembros.
Los años pasaron y yo me desligué de la Orden de los 49, así como ya me había desligado de muchas otras, pues el estudio por correspondencia acababa por cansarme. Todavía, el canto del "Aum" quedó engarzado como una linda piedra preciosa en el Grupo de Estudios Ramatís, siendo recitado con mucho respeto una vez por semana en nuestras reuniones.
Es emocionante y conmovedor oir a los compañeros médiums contar sobre sus vivencias extrasensoriales, de sus desdoblamientos, de sus videncias en el lugar, en el presente pasado y futuro, todo impulsado en esos momentos sublimes por la fuerza unísona de las voces, catalizadora de energías, desencadenadas por las vibraciones del cántico.
Energías que son aprovechadas por los "Hermanos Mayores" y encaminadas hacia varias áreas en los planos espirituales, liberando espíritus aún atados a los despojos carnales en cementerios o enterrados a escondidas; otros hermanos presos en el fondo del mar o ligados a sus barcos y navíos, a veces "fantasmas" como ellos; y la mayoría en zonas purgatoriales en el astral inferior.
Esa energía también ya fue utilizada por los hermanos extraterrestres en dificultades en su ruta, bien como  auxilió a intraterrestres cuando en un imprevisto necesitaron de nosotros y el Padre nos permitió ayudarlos. Dejaremos ese asunto asentado, si nos fuera posible, en otro libro".

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