CAPÍTULO 3
Son apenas 18 km² de tierras áridas originadas de las erupciones de cuatro volcanes que hoy día están inactivos. Pertenece a Chile y es la porción de tierra más aislada del resto de la humanidad en todo el planeta. La tierra más próxima está entre 3000 a 3200 km de distancia. Por eso los pascuanos le llaman "Ombligo del mundo". Esta cercada por las peligrosas aguas del Océano Pacífico Sur.
Este pequeño pedazo de tierra fue descubierto por el almirante holandés Jacob Roggeven, justamente un domingo de Pascua de 1772; más tarde fue rebautizada por los españoles con el nombre del santo protector de su emperador, pasando a ser conocida en sus mapas náuticos como Isla de San Carlos. Actualmente es designada por los pascuanos como Rapa-Nui.
En lo años siguientes a su descubrimiento esa isla fue visitada por muchos extranjeros, sea europeos o americanos, que aunque fueran "civilizados", en la búsqueda de trabajo esclavo diezmaron muchos isleños.
Debido a tales eventos y a la propia barrera de la lengua nativa lo que quedaba de las tradiciones orales y escritas quedó prácticamente perdido.
La isla de Pascua es la tierra de los "Moais", gigantescas esculturas construídas con rocas volcánicas que desafían la ciencia y la fantasía cuando se intenta explicar su orígen con los argumentos puramente terrestres.
Sus dimensiones y peso son variables, que van de tres a diez metros de altura con algunas decenas de toneladas. Han sido hechas con un material relativamente frágil (lava volcánica petrificada) y debieron ser esculpidas con cuidado y con las manos pues no había máquinas para ese fin en aquella época. Tal hazaña a la luz de la razón pareciera enteramente imposible tomando en cuenta también la naturaleza del terreno que es accidentado y peligroso.
Son centenas de hombres gigantezcos diseminados por la pequeña superficie de la isla. Tienen siempre en el rostro la misma expresión y parecen vigilar los horizontes desde todos los tiempos con la mirada distante y serena. Son colosales, imponentes e insondables.
Mucho se estudia y ha estudiado sobre esos Moais, sin embargo continuan siendo uno de los misterios inexplicables del planeta Tierra.
Durante milenios los Moais estuvieron protegidos del resto de la humanidad dada su localización en el Pacífico Sur. Los pascuanos tienen la fuerte superstición de que en las bases de los Moais viven los espíritus de los muertos, que tienden a ser vengativos cuando son perturbados en su descanso.
Los habitantes antiguos de la isla cuentan que la historia de los Moais es la misma historia de ellos, o sea, vinieron de una isla y desaparecieron bajo las aguas. Durante el auge de su desenvolvimiento este pueblo construyó los Moais para homenajear a sus reyes, sabios y sacerdotes. En su decadencia, teniendo una población que crecía en demasía y enloquecida por el hambre se tornaron antropófagos.
Vinieron las guerras que enfrentaron al pueblo con el gobierno establecido que, masacrado, interrumpió la construcción de los Moais.
Y es ésta, de manera resumida, la historia de la ocupación de la isla transmitida de generación en generación desde hace miles de años y que tiene un hecho muy particular: siempre que se cuenta esta historia se dice que las monumentales esculturas fueron transportadas de las bases de los volcanes, donde fueron construídas, hacia plataformas artificiales donde han estado, por el "maná" o poder sobrenatural que el rey poseía. Esto consistía en que él mirara al Moai y éste se levantara "posándose" en el lugar deseado. Parece pura fantasía, pero ¿de qué manera saber la verdad?
Los estudios realizados sobre el pasado de esa isla dejan innumerables preguntas sin respuestas hasta hoy. ¿Cómo fueron capaces de construir gigantezcas esculturas de piedra visibles por toda la superficie de la isla sin tener instrumentos de metal? ¿Por qué lo hicieron? ¿Cómo fueron capaces de transportarlas sin disponer de medios de transporte? La superficie de la isla está desprovista de bosques o selvas y sólo hay árboles de mediano tamaño y muy raros para que pudieran haber sido derrumbados para la construcción de "carros de arrastre".
¿Cómo es posible que los nativos de la isla más solitaria del mundo hayan desenvuelto una escritura propia, independientemente del resto del mundo y hasta hoy es indecifrable? Se basa en una serie de señales, grabados con dientes de tiburón en tablas de madera -las "tablas parlantes" en el idioma local. Cuando los primeros sacerdotes católicos que iniciaron la evangelización de la isla notaron la existencia de esa escritura la consideraron una herejía tanto como a su cultura y propiciaron su destrucción.
Algunas pocas, cerca de veinte, fueron salvadas y se encuentra preservadas en museos de diversos países del mundo.
Los relatos que siguen traen la interpretación particular del médium quien vió parte del pasado de la Isla de Pascua en varios viajes en cuerpo astral.
Vaya usted con él en sus increibles paseos y buen viaje.
Mis primeros desdoblamientos sucedieron como un "flotar en la oscuridad". Apenas una sensación de vagar en el espacio fuera del tiempo sin noción de límites y como un astronauta por vez primera fuera de la nave. Hoy se que estaba siendo entrenado para los vuelos más duraderos hechos conscientemente para traer a nuestro equipo de trabajo, el Grupo de Estudios Ramatís, los frutos de mis observaciones extra-sensoriales.
Viajé hacia afuera de mi cuerpo y floté por varios segundos en la oscuridad. Me sentí después siendo llevado hacia la entrada de un tunel. En la puerta del tunel, antes de entrar, me preguntaron, sin que yo oyera voz alguna, si estaba preparado para proseguir.
Antes de continuar la narrativa voy a intentar explicar que la "voz sin sonido" es como si fuese intuición. Surge dentro de la mente y tengo la seguridad de que está hablando conmigo aunque muchas veces no vea el origen o la fuente de esa voz.
Continuando con mi aventura, sentí que me dieron un tiempo para pensar y dar la respuesta. No acepté la invitación puesto que sentí miendo y no veía a nadie conmigo a pesar de saber que no estaba solo.
Repentinamente estaba de vuelta en el lugar de las reuniones del Grupo, sentado a la mesa. Eso aconteció un lunes de octubre de 1982 en el Grupo Espírita Siervos de Jesús, con sede provisoria en Bento Ferreira.
La semana transcurrió tranquila. El siguiente lunes en el mismo lugar viajé por el espacio de nuevo. Al principio floté en la oscuridad y enseguida ví al frente mío el mapa geográfico de Brasil. Una parte se destacó. Era la región de Mato Grosso. Surgió en el espacio un punto especial y entonces fuí llevado a una gran velocidad en dirección al lugar señalado.
Una vez llegué ahí reconocí la entrada del tunel o gruta que había visto anteriormente. En esta ocasión no tuve temor, teniendo en cuenta de que habíamos platicado en el Grupo de Estudios Ramatís al respecto de la protección espiritual dada por los Mentores de la Casa cuando conducían médiums en cuerpo astral para el desempeño de alguna tarea.
Iniciamos el trayecto por el tunel y llegamos rápidamente a una gran cámara subterránea. Había una luz amarilla, o ¿sería que era el reflejo de las paredes doradas? No puedo afirmarlo y sólo se que no había un foco de luz evidente. Era como si la luminosidad existiera como aire atmosférico, una masa de luz sin orígen definido.
El salón era muy grande, tal vez 600 m² y tenía la forma de un polígono regular con más o menos 20 lados. Del piso al techo supongo que habría unos 5 m de altura. No exisitía una columna central y el piso era liso con una tonalidad amarilla y con un leve brillo.
El silencio era majestuoso. No había olor alguno en el aire y tal vez yo no respirase, no se. Ahora que estoy describiendo el ambiente es que me doy cuenta de si respiraba o no.
Observaba todo de un punto a otro del salón y noté que no había muebles, con excepción de un pequeño altar sobre una base relativamente grande, formada por tres escalones, de 2 m de largo por 3 de alto.
Me dirigí hacia el altar subí los tres escalones que conformaban una plataforma de un metro por cuatro. La parte inferior del altar parecía como una mesa de 2 m de largo por 1 m de altura y 50 cm de profunidad. En las extremidades del frente y a cada lado había dos pequeñas columnas doradas sustentando la parte frontal.
Dentro del pequeño nicho forrado, tres aros se movían como en cámara lenta y silenciosamente en la más perfecta armonía. Eran movimientos circulares, como si cada aro tuviera un eje central. Más allá de ese movimiento de rotación, oscilaba de un lado a otro como si los tres aros estuvieran unidos a un eje central invisible. Y más interesante aún, noté que los aros tenían el mismo tamaño y que se atravezaban uno al otro cuando se encontraban en sus movimientos, como si no fuera materia sino proyecciones. Tenían la espesura de un lápiz común.
Aquella extraña y mágica estructura se parecía al modelo del átomo tal como lo vemos en los libros, sólo que no había nada en su centro.
Me pasaron la intuición de que aquella estructura funcionaba desde todos los tiempos. Permanecí por largo rato contemplando el movimiento de los anillos dorados hasta que fuí traído de vuelta al lugar de las reuniones.
Todavía en el mes de octubre de aquel año fuí llevado de nuevo al mismo lugar visitado anteriormente. Me ví en el centro del Salón Dorado frente al Altar y me dirigí hacia allá. Permanecí algunos instantes parado delante del pequeño nicho observando el movimiento suave de los anillos de oro y apreciando los destellos que se daban cuando los aros se traslapaban, permaneciendo enteramente intactos. Por motivos que no logré entender, como si la idea no partiera de mí, fui animado para colocar la mano sobre los aros. Y así lo hice. Levanté la mano e interrumpí el movimiento de los anillos.
Hoy al escribir este relato tengo clara la impresión de que fuí impulsado a hacerlo tal vez por mi Guía.
Instantáneamente sonó una sirena muy fuerte haciendo eco en el Salón como si fueran mil sirenas. Asustadísimo y sintiéndome responsable me ví de pronto frente a otro tunel tan largo que no veía su final. No lo pensé; entré confiado como quien salta al espacio abierto al frente, en oscuridad, tal vez queriendo huir del gran salón dorado que a esas alturas de los acontecimientos me atemorizaba como pesadilla.
La huída en ese segundo tunel fue rapidísima, aunque sabiendo que había recorrido una gran distancia.Un punto de luz surgió en la inmensa oscuridad. Fue aumentando paulatinamente hasta que al frente mío todo era azul intenso. Sorprendido, percibí que mitad de lo azul era un mar claro, reluciendo aquí y ahí pedazos de sol entrelazados en su superficie viva. La otra parte era un cielo azul claro, límpio e inundado de luz de la mañana.
Me dejé encantar por el azul, por la paz, como si estuviera hipnotizado, teniendo mi mirada fija en un punto en el cielo. Al poco rato fuí invadido por sensaciones muy extrañas que traducidas a la realidad son más o menos como sigue: sentí que en aquel punto del espacio en que yo tenía presa la mirada estaban Hermanos conocidos. La seguridad era algo interior, espiritual, que fuera despertado. Me encontré invadido por una nostalgia indefinible que se mezclaba con ondas de tristeza despertando un sentimiento de ternura antiguo y tal vez milenario.
Por algunos momentos quedé inmóvil sintiéndome muy pesado como si fuera de granito. Cuando conseguí bajar los ojos a tierra ví al frente mío sobre un gran pasto verde grandes estatuas de piedra enfiladas de lado y todas mirando hacia un sólo punto del espacio.
Percibí entonces que estaba en la Isla de Pascua, en medio de las monumentales esculturas como si fuera una de ellas, o mejor dicho, como si estuviera dentro de ellas mirando a través de sus ojos. Enseguida, fui retirado de esa posición antigua quedando sobrevolando la parte inclinada de la cobertura verde de la costa hacia el mar y tuve una visión panorámica de esa parte de la isla.
Todas la esculturas estaba de pie y en fila, tal vez como al principio.
Todas esas emociones maravillosas transformándose en sentimientos fuertes son difíciles de ser descritas; acontecen en segundos, son complejas y traducen mil cosas sin que se articule una palabra. Tal vez sea apenas una clave.
Las personas que se desdoblan viajando en el espacio sin cuerpo físico se sitúan en dimensiones desconocidas donde parece que todo puede suceder al mismo tiempo y de manera increíble, tan real y tan distante del diario vivir y cercano a la realidad espiritual.
Después de los eternos segundo en que bombardeado por tantas emociones y sentimientos diferentes de lo cotidiano, que sólo el espíritu tiene la capacidad de asimilar y comprender, todavía muy difíciles de ser descritos, fuí traído al lugar de reunión y no regresé más al Gran Salón subterráneo de Mato Grosso.
Pasaron tres años. Estamos en diciembre de 1985 y he reiniciado mis viajes fuera del cuerpo físico. En vista de la ruptura de concentración que muchas veces ocurre cuando un equipo se reúne, por sugerencia de la coordinadora de los trabajos me concentré bastante.
Comencé por visitar una pequeña nave espacial en forma de disco flotando en el aire sobre el patio del Centro Vitória donde teníamos nuestra sede provisoria.
De manera instantánea ese cuadro fue sustituído por una gran panorámica de la isla de Pascua y de repente me encontraba en un gran panteón dorado, en el subsuelo de Mato Grosso. Hasta ese momento no había notado la presencia de alguien, sin embargo en aquel Panteón me vinieron a la mente tres palabras desconocidas para mí, que son: AHOR, SHAVANI, SHIVISHINU.
Percibí después que aquellas palabras funcionaban en clave porque luego de haberlas captado con la velocidad del pensamiento fuí transportado hacia la isla de Pascua con una referencia mental de estar más o menos a 30.000 años A.C.
El cielo estaba espléndidamente azul y era surcado por naves espaciales que sobrevolaban la isla. También ví aquellas esculturas gigantescas flotando en el espacio y siguiendo determinado camino eran transportadas hacia un área previamente designada en la isla. Las naves que las cargaban generaban un campo libre de gravedad en torno a las gigantescas estatuas haciendo posible el trabajo de transporte.
La escena inusitada asombraría a cualquiera que conociera el tamaño real de los monumentos y que no supiera cuales eran los mecanismos de aquellos "hombres" que eran usados para mantenerlos en el aire a más de 200 m de altitud.
Después del espectáculo sobrevolé cerca de la costa una montaña donde ví una escultura siendo tallada con ayuda de un "rayo de luz rojizo".
Capté en la psicosfera local emanaciones de los pensamientos de los habitantes primitivos de la isla y entendí que los escultores de las estatuas eran considerados magos. Intimamente sentí que estos magos no eran habitantes primitivos de nuestro planeta, aunque ya hubieran permanecido aquí bastante tiempo, tal vez entre 50 a 100 años terrestres.
Pasados algunos instantes que no se precisar, pues el tiempo en otra dimensión es diferente al nuestro (5 minutos aquí corresponden aproximadamente un par de horas en la 4ª dimensión) fuí llevado de vuelta al Salón Dorado en Mato Grosso. En esta ocasión me ofrecieron otra "clave" que no conseguí traducir en palabras como lo hice anteriormente.
Se abrió al frente un pasaje que terminaba en el fondo de un lago, como si fuera de vidrio y mirara del fondo hacia la superficie. Ví la luz del sol atravesar el agua en dirección al fondo y se transformaba en destellos verde-esmeralda.
Subí hacia la superficie atravesando la masa compacta de agua sin sentirme mojado y nuevamente estaba en la Isla de Pascua.
En ese momento del día durante el viaje en un campo de la isla me detuve un instante mirando un poco más el cielo y el mar, mi mente giraba llena de inquietudes y dudas. Sentía una gran aprehensión en relación al desenvolvimiento del trabajo que estaba realizando y me encontraba incapaz. Pensaba que quizá otro médium más inteligente y con buena memoria y más conocimientos de física y matemática hubiera podido captar y traducir mejor todo lo que viera. Pensaban todavía que era mucha responsabilidad para mí y no estaba a la altura de aquel magnífico trabajo. Imaginaba que al interpretar erradamente algún símbolo o hasta alguna sensación la tarea quedaría comprometida.
Estos pensamientos venían como si estuviera hablando con alguien, pero yo no veía a nadie conmigo, sin embargo sabía en mi íntimo ser que por lo menos un guía espiritual estaría oyéndome.
Después que pensé bastante y me rebajé otro tanto, tal vez a la espera de que los responsables por el trabajo me dijeran: "realmente usted no nos sirve, vamos a buscar otro canal que no sea prejuicioso", sentí mi cabeza liviana y los pensamientos negativos me rodearon, volaron y se dispersaron completamente. Si dar la menor atención a mis argumentos empezaron a llegar a mi cabeza nuevas informaciones sin ninguna ceremonia.
Con la mente nueva como, acostumbramos decir, me encontré cerca de un lugar en la isla que llaman "Ombligo del Mundo".
Me dijeron que los "Siete Moais", Moai es la denominación de las esculturas, eran como "Siete Claves" que giradas de cierta manera preestablecida creaban sobre la piedra del "Ombligo del Mundo" un "campo de fuerza" con el pasaje a otra dimensión o facilitaban un camino para atravesar grandes distancias en fracción de segundos, no se explicar perfectamente.
Me dijeron que cada cabeza de piedra funciona más o menos semejante a la cerradura de un cofre y que todas ellas giradas adecuadamente harían que funcione un "campo de fuerza". En aquel día, antes de regresar al sitio de reunión, hice una oración agradeciendo a Dios por el viaje fantástico que había realizado y por las revelaciones recibidas. Sólo entonces regresé a mi cuerpo físico encontrándome como de costumbre sentado a la mesa de reuniones.
Un año después, me informaron que bajo los siete monumentos, bien enterrado en el fondo, había un gran depósito cilíndrico semejante a los depósitos de gasolina y que los siete moais que estaban ligados a ese depósito cuando se giraban formaban un campo de fuerza o plataforma espacial. Enseguida mi mente comenzó a captar ideas, o mejor dicho, símbolos como horas del reloj. Me revelaron primero 1.15, segundo 3.00, tercero 6.00 y en cuarto 5.25. Inmediatamente estos números comenzaron a girar en mi mente; hice un esfuerzo enorme para no olvidarlos y eso era casi un tormento pues sentía que se me iban. Entonces los números parecían horas, no estaban fijos como en el reloj, caminaban por encima de otros números, pero al final quedaban estáticos en las horas arriba mencionadas. Percibí la complejidad de los movimientos y sentí que no iba a guardarlos en toda su compleja movilización y de ese modo concluí que era inútil para mí conocer la "clave" de aquel mecanismo secreto, puesto que jamás podría probarlo físicamente por una serie de motivos que no vale la pena mencionar. Sólo recuerdo que en medio de todos esos pensamientos aflictivos y casi desconectados fuí conducido cerca del "Ombligo del Mundo".
Un zumbido fantástico dominaba el espacio vibrando armoniosamente. Del punto donde venía el sonido no veía nada excepcional, pero sentía que había alguna cosa sobre la superficie de la tierra a una altura de 50 cm; fue cuando comencé a ver una nave espacial aproximadamente de 6 m de diámetro materializándose rápidamente frente a mí justo en el lugar donde salía el sonido vibratorio. Ahí quedo parada. Me invitaron para viajar en ella en próxima ocasión.
Regresé al sitio de reuniones del Grupo por no poder viajar en aquella hora teniendo frente a mí la nave lista para el viaje, con todo eso argumenté para mí mismo: ¿será que estoy emocional y espiritualmente preparado para eso? Creo que no, puesto que ellos me hubieran llevado. En verdad estaba entusiasmado con las revelaciones, fascinado, boquiabierto y lleno de indagaciones. Mi cabeza hervía. No sabía como los moais estaban ligados a aquel depósito. El día del último viaje me dí cuenta que aquellas esculturas que nosotros los humanos consideramos colosales son apenas la punta del iceberg y que la mayor parte estaría en el subsuelo unido a esos depósitos. Sólo me dieron la "clave" de cuatro moais y aún así como si fuera posible para nosotros moverlos; creo sólo seria con la fuerza de la mente. Fuera de eso no puedo afirmar que no hayan intentado revelar las otras tres claves y sucede que yo estaba tan ansioso por guardar las ya reveladas que no pude captar, a la mejor, las tres claves restantes.
Hoy, a veces, creo que de manera premeditada me hubieran confundido para que no aprendiese la combinación. De cualquier manera, las referencias eran mínimas comparado a lo que ví que era necesario para accionar el mecanismo del "campo de fuerza" o puerta, esto porque no era tan simples como: 1.15, 3.00, 6.00, 5.25. Era eso y mucho más y no obstante en ese momento me pareció tan simple. Recuerdo por ejemplo que antes de parar en el 1.15 el movimiento seguía para otros puntos, con paradas de tiempo determinadas que jamás voy a saber, porque no me fueron revelados los detalles; el tiempo de ellos debe tener una referencia diversa al nuestro. De una cosa estoy seguro, fue una de las revelaciones más fascinantes que haya obtenido en el viaje fuera del cuerpo, no olvidando la que tuve en el fondo de los océanos, que más allá de lo inusitado era extremadamente conmovedora.
A quien interesara lea el libro "Los Intraterrestres de Stelta-Misón Submarina Extraterrestre", del Grupo de Estudios Ramatís.
No había pasado un mes y fuí de nuevo a pasear en desdoblamiento espiritual a la isla de Pascua. En esta ocasión fuí directamente al "Ombligo del Mundo" acompañado por mi amigo espiritual el hindú Shama Hare.
Permanecí en el lugar por algunos instantes cuando oí el zumbido del "campo de fuerza" vibrando a mi alrededor. A continuación fuí llevado por dos Seres extraterrestres hacia el centro del "campo" que imaginé ser un círculo de aproximadamente seis metros de radio y un metro sobre el suelo. Luego me sentí como si estuviera en el interior de un objeto con forma de cohete y un poco mayor que yo. Imaginé también por segundos que mi cuerpo adquiría la forma de una aguja y vibraba de manera constante y controlada como en un momento de gran aceleración para adquirir un poderoso impulso.
Son las sensaciones obtenidas en la 4ª y 5ª dimensión, muy difíciles de ser descritas para otras personas que viven en la 3ª dimensión y que nunca han salido conscientemente del cuerpo físico. No hay palabras en nuestro vocabulario. No existen comparaciones adecuadas que puedan explicar el realismo extraordinario del fenómeno.
Viajé menos de un segundo, sin embargo, tenía la seguridad de haber ido muy lejos, tal vez a otro sistema solar o quizá otra galaxia, pero eso no tenía la menor importancia pues lo que parecía más irónico en todo ese proceso era el hecho de que el viaje fue más rápido que su propia preparación, como si subiera una gran escalada para después en segundos sumergirse en el agua desde lo alto de un trampolín. Es la imágen que me vino a la mente para comparar lo inusitado de la cosa. Después de ese viaje relámpago pude divisar un objeto luminoso flotando en el espacio. Tenía la forma de una lente cristalina irradiando luz.
Sabía intuitivamente que debería ser del tamaño de un continente terrestre, pero no supe definir en aquel instante si era una nave o una base espacial. Momentos después ya estaba posado en un punto de ese inmenso objeto y me encontré frente a "Seres" vestidos de blanco que irradiaban luz de sus cuerpos como verdaderos focos de luz. Poseían una aureola tan luminosa y brillante que impedía verles los rostros. Comencé a percibir que estaban hablando conmigo, pero en mi mente apenas captaba el mensaje; fue cuando aconteció algo muy interesante, algo de lo que nunca antes había tenido noticia. Ví mi cuerpo astral separado de mí a una distancia de tres metros. Su abdomen era opaco con manchas grisaceas en algunas partes. Instantes después una réplica de mi cuerpo quedó a lado del ya descrito, o sea, hubo otro desdoblamiento. Este último cuerpo no tenía manchas, era transparente y contenía una luz que me dió la impresión de ser el reflejo de la luz de los otros Seres luminosos. su propia luz.
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