Consideraciones Iniciales
Releyendo, con gusto, la magnífica obra de Caio Miranda -"ASI LO ESCUCHE DEL MAESTRO" - me sorprendí tanto con un texto que él escribió en la presentación del libro que me ví tentada a transcribirlo en este modesto trabajo, tal fue la identificación entre su pensamiento y el mío respecto al asunto.
Vivía yo en aquellos días una especie de frustración por no poder pasar al papel todo lo que necesitaba ser dicho en esta obra, por no poseer dones literarios, aunque amo la literatura. Los MAESTROS vinieron a mi auxilio. Al comenzar la lectura, vibré intensamente de alegría. Allí estaba, bajo mis ojos, la solución al problema!
Que el querido Caio Miranda, donde sea que estuviera, bien sea con nuestros MAESTROS, me perdone la osadía.
Margarida Pinho Carpes
Presidente del Grupo de Estudios Ramatís
Presidente del Grupo de Estudios Ramatís
Palabras de Caio Miranda
Algunos lectores, posiblemente, no penetrarán el contenido de estas narrativas, y así dejarán de sentir el sabor fantástico de las experiencias en ellas vividas. Muchas personas, quiero creer, no estarán aún preparadas para las cosas de ese nivel. Pero llegará su día, tarde o temprano, porque a nadie es dado apartarse del proceso irreversible de la evolución cósmica y humana. Muchos, probablemente, habrán pasado ya por situaciones y vivencias semejantes a aquellas aquí descritas, pero no habrán tenido la serenidad necesaria para meditar sobre ellas, para analizarlas con pureza de corazón y de ahí extraer el mensaje, generalmente tan bello cuando desvelado.
Todas las personas, sin excepción, tendrán algo para relatar de su propia vida, que llega al límite de lo inexplicable, pero por vía del precepto habrán encarado el evento como producto del acaso o de la coincidencia, cuando no atribuído a la fantasía o alucinación. Y así dejarán pasar las raras oportunidades, a todos ofrecidas, de haber bebido de la fuente de la sabiduría que borbotonea en el Silencio.
Muchos por temor o por ignorancia, han preferido evitar los contactos con el mundo invisible, con los estados de la materia no percibidos por nuestros sentidos físicos ordinarios, aunque posean dones innatos para hacerlo. Despreciaron también la mayor riqueza que desde la cuna trajeron en las manos.
Todavía, cuando las solicitudes provenientes de esas ignotas regiones de lo Real son por demás vehementes, el hombre es forzado a atender los llamados que ocurren sin parar, retumbándole en el fondo del corazón. Porque si no lo hiciera, tendría que luchar contra energías aplastantes, las cuales no podría resistir por mucho tiempo. Sería un crucificado por fuerzas de solicitudes opuestas, que terminarían partiéndolo en dos Seres incapaces de sobrevivir juntos.
La ciencia occidental, en el mejor de los propósitos, hace clara distinción entre aquello que denomina "concreto" y "abstracto", o sea, lo que por convención llama "real" e "irreal". De esa manera, todo lo que se relaciona con el psiquísmo humano, inclusive las imágenes mentales internas o externas, pertenecen, para la ciencia, a la región de lo "inexistente" o de lo "no real". Si bien que tal aseveración puediera ser verdadera para la especulación llamada "científica", ella configura, no obstante, una premisa enteramente falsa para cualquier aventura filosófica, llegando finalmente a constituir insensatez cuando se trata de escudriñar los profundos problemas del Ser, del Dolor y del Destino.
Todo monumental edificio de la Teología o de la Teosofía estaría construído sobre los falsos cimientos de la irrealidad, caso dado el hombre se hubiese limitado a admitir como real tan solamente aquello que sus precarios sentidos son capaces de distinguir. No habría más razón alguna para que cualquier religión continúe existiendo en la faz de la Tierra, ya que todos los hechos y testimonios en que se basan, invariable y fundamentalmente, trascienden la vulgar percepción humana.
El gran drama del Calvario, en el cual la sangre inocente de una AVATAR fue derramada en el mayor y más sublime de los ejemplos, comenzó muchos años antes, cuando el arcángel, envuelto en un halo de luz resplandeciente, anunció a la madre de todo los hombres:
A partir de ese inmortal mensaje, todo el monumento cristiano se ha levantado sobre el testimonio de hechos y cosas desapercibidas por la aplastante mayoría de la humanidad.
He ahí, sin embargo, que esos dos mundos, el llamado "real" y el "fantástico", obedecen a las leyes cósmicas soberanas, que nada tienen que ver con la legislación instituída en la Tierra por la ciencia o conocimiento de los hombres. Esta varía constantemente, mientras aquellas son eternas e inmutables. Aquel que se apodera del conocimiento de las leyes que rigen la actividad de la materia visible se ha de tornar un científico, pero el hombre que penetra el secreto de las normas operativas del universo sutil, se habrá transformado en Sabio. El científico enviará inventos a los abismos siderales, hará a las criaturas humanas desembarcar en los planetas vecinos, desintegrará el átomo y aprovechará la energía de la luz y del Sol para sus actividades rutinarias, pero continuará ignorándose a sí mismo. Perdido en la vorágine de sus conquistas, terminará exterminando a la humanidad entera.
Porque, finalmente, ¿qué son algunos de los hombres de hoy? ¿Quiénes son algunas de las criaturas que están dirigiendo los destinos del mundo? Simples sombras desorientadas en la búsqueda de la propia destrucción. Todavía, el gran y eterno problema humano permanece aún a la espera de solución. Pues resulta que todas la criaturas, sin excepción alguna, desean únicamente ser amadas y comprendidas. Técnicos y científicos jamás tendrán capacidad para construir un mundo donde todos puedan tener esas dos cosas indispensables para la felicidad. Mientras tanto, los pocos que traspasan el límite de lo "irreal", fueron inundados por el manantial del Amor que brota de las profundidades del infinito y se dearrama, sin parar, en el interior del Ser. Estos seres dieron su sangre y su vida por los hombres, porque sintieron que la humanidad tiene una sed milenaria de Amor.
Comprendieron eso por haberse conocido a sí mismos. Pero muy pronto su imagen se perdió o fue alterada. Porque de inmediato surgieron los que empezaron a negociar con aquello inmaculado que dejaron los Sabios, como patrimonio espiritual para todas la criaturas. Los mercaderes de la Verdad Eterna, se organizaron en sindicatos para dominar la Tierra. Inventaron rituales y ceremonias de las cuales los Maestros jamás hablaron y consecuentemente comenzaron a propagar que el camino del cielo sólo podría ser alcanzado por intermedio de ellos. Establecieron, desde luego, los precios de ese comercio, inclusive la jerarquía del asiento celestial enajenado en sus mezquinos clichés.
Para atemorizar a los ignorantes - oh, maldad de las maldades! -difundieron que Dios recurría, de vez en cuando, a su ira, la justa ira de Dios, que cuando tal acontecía, maltrataba a sus criaturas, vengándose de ellas como lo hiciera cualquier Ser inferior.
No deseamos profundizar en las reminisencias de esas miserias. Preferimos creer que las masacres que "en nombre de Dios" se hicieron fueron más el producto de la ignorancia que de la ignominia, y proclamamos nuestra esperanza que jamás oprobio tal vuelva a suceder.
Esta última visionaria expectativa se basa en el hecho mismo de que las más ortodoxas doctrinas ya se encaminaron hacia un sendero de mayor tolerancia y comprensión, mientras, que por otro lado, el progreso moral e intelectual de la humanidad han reaccionado vehementemente contra el oscurantismo clerical.
Queda ahora, para saneamiento del mundo, que los mistificadores de todos los tipos, sectas o credos, comprendan el mal que han estado haciendo a sus semejantes y que dispongan de una mejor conducta, basada en la Verdad. Que los que aún negocían con las cosas de Dios puedan entender que enseñar el camino de la liberación jamás podrá ser una profesión, sino únicamente un ideal, para cuya realización tenemos muchas veces que pagar, pero nunca recibir.
Y que aunque el corazón sangre algunas veces, aunque aquellos que encaminamos hacia la Senda nos apuñalen por la espalda, es necesario siempre perdonar, y sobre todo, amar siempre.
Porque sólo el AMOR podrá salvar al mundo.
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