Oh! tú, Planeta Bendito, que acogiste en tu seno a millones de almas hijas del Padre del Universo ofreciéndoles tu regazo amigo, hoy te homenajeamos.
Fuiste durante largo tiempo madre abnegada de tantas criaturas, hijos que se distanciaron hacia otras moradas más felices, hijos otros que aún te acompañan necesitando de tu amparo y otros aún te dejarán por rebeldía, hasta que su corrección los traiga de vuelta para pedirte perdón.
En esta hora suprema que sufres en lo íntimo tus últimos días de aflicción, nosotros aquí estamos, Planetas hermanos, en esa jornada infinita para compartir contigo el sufrimiento que la hora impone.
No estarás sola en ese momento de transición porque "los dolores de este parto" también nos pertenecen, ya que somos hijos del mismo Padre y nos tocan las mismas responsabilidades.
Mañana estarás radiante, con ropaje nuevo y presentación impecable para colocarte un grado arriba en la escala evolutiva de los Seres.
Presentas todavía hoy, sin embargo, la morada de los dolores y de los sacrificios, pero mañana abrigarás espíritus sinceros a la procura de su regeneración.
Tierra Bendita! Deja atrás tus padecimientos porque tu tiempo de expiación se acaba. Que se materialice aquella esperanza que muchos de tus hijos en tí depositaron.
Ven con nosotros, pues queremos ampararte en esta hora con el permiso del Señor de los Universos y la gracia de su Gobierno Espiritual.
Envuélvete en ese mágico manto que el amor vibrante proporciona y entrégate con fe a este nuevo tiempo.
Que los Angeles del Señor te amparen al igual que a todos tus hijos.
(Psicografía, el 20/03/83)