8o. Viaje - 27 de agosto de 1984
Nos sumergimos en el mar. Salíamos en una dirección ignorada por mí. Después de un tiempo nos detuvimos frente a algo que supuse fuera una proyección, pero después noté que había profundidad y un espacio tridimensional circundante.
Era parecido a una esfera grande, hecha de masa pastosa, de color azul-grisáceo, que modificaba su superficie como si fuera rasgada por dentro, como si fuera succionada desde el centro. Aparecían espacios huecos que, mutando y moviéndose, desaparecían después dando lugar a nuevas variaciones, permaneciendo siempre esférica; parecía estar viva.
Después ví el cuerpo de uno de esos seres unirse a su superficie y comenzar a pasar por los mismos cambios, hasta ser absorbido por ella. Relacioné todo eso con un proceso de muerte y desintegración de materia. Lo encontré algo atemorizante porque me parecía que la persona iba para allá aún viva. Sin embargo, no ví sufrimiento ni pánico. La persona se entregaba a los movimientos de la esfera hasta ser integrado a aquella materia plástica mutante que parecía tener vida.
No puedo afirmar si es así que desaparecen los cuerpos del pueblo de ARMAT, pero lo que ví en el proceso fue muy parecido con lo que le ocurrió a ERSAM. Me pareció todo eso grotesco, feo para ser visto. Me pareció que no era la muerte concomitante con el grado de evolución, que consideré adelantado en todos los sentidos, para el pueblo de ARMAT. Pero ¿quién soy yo para juzgar un proceso de muerte si ni siquiera recuerdo como fue mi último pasaje?
Inmediatemente después de esas visiones todo quedó oscuro, como si me borraran de la mente las escenas anteriores. Pienso que ese proceso fue hecho por mi propia consciencia, pues cada vez que veo algo desagradable en el viaje todo se oscurece.
El viaje continuó. Llegamos nuevamente a la Costa Noreste. Esa costa estaba compuesta de un material oscuro, liso, entero y no era alta. El agua de una determinada corriente que venía del Atlántico Norte era de alguna manera presionada de arriba para abajo, siendo llevada a pasar frente compuertas internas a gran velocidad, en fricción con algunos aparejos existentes, saliendo clara y luminiscente. En esa región, después de la obstrucción, ví un tubo que, por el método de succión, colectaba algas en gran cantidad.
Regresamos a ARMAT. Nos detuvimos en un lugar parecido a un patio interno de una construcción griega antigua. Ví hombres con nuestra apariencia, con túnicas blancas hasta los pies. Me espanté y sentí dificultad en comprender la presencia de aquellos hombres de nuestra "Tierra" en ARMAT. Al poco tiempo fuí informado que en su mayoría ellos fueron filósofos, médicos, profesores, etc., en fin, espíritus adelantados que ya habían vivido en la faz de la Tierra y hoy estaban encarnados en ARMAT, y que momentáneamente se habían presentado a mí con sus últimos ropajes terrenos. Esto explicaría el amor que los habitantes de ARMAT nos dedican. En primer lugar, por haber ya vivido en el Planeta, en segundo lugar porque son espíritus bastante evolucionados.
Esos hombres, de cabellos blancos, piel clara pero bronceada por el sol, conversaban en tono bajo, voces calmas, en una conferencia armononiosa, sin ardor excesivo, pero con verdadera emoción. No escuché lo que hablaban, apenas sabía que conversaban. Era como si viera por detrás de un vidrio transparente.
Después de esta escena ví un gran gimnasio cubierto. El techo era como un caleidoscopio inmenso, vivo y colorido. Lo miré por largo rato, sólo entonces me dí cuenta de que estaba en el medio de un simposio y la materia a tratar era el amor al prójimo, el amor sacrificio, pero más útil, el amor por la humanidad; el amor cósmico por todas las criaturas del Universo.
Ese encuentro irradiaba ondas de amor y calor que atravezaban el tiempo y el espacio. Actuando de diversas formas en la faz de la Tierra en toda el aura viva del Planeta, deshacía substancias deletereas y asfixiantes que envolvían el orbe. Era un trabajo de una fuerza incalculable.
Sorprendido y emocionado regresé al lugar de reunión del Grupo Ramatís.
9o. Viaje - 3 de septiembre de 1984
Salímos de la sala de reunión, en dirección al Este, directo al mar. En cuestión de segundos estabamos en ARMAT, dentro de un gimnasio cubierto o algo así, donde no recuerdo haber visto agua. Sólo sé que lo que ví, oí y sentí, tal vez nunca más lo viviré.
De lo alto caían flores, inmensas, suavemente, y venían acompañadas de música desconocida. Era física, acariciante al cuerpo, suave, tocando a la gente, se transformaba en luz y color que se desvanecía en perfume, diferente de como lo sentímos aquí. Sin sofocar, era intenso, vívido, muy difícil de explicar, nuestros sentidos son nada para vivir aquel espectáculo.
De ahí fuí llevado hacia un punto cercano a las Bermudas. Allá sentí a ERSAM a mi lado. Estábamos en un lugar donde había varios barriles conteniedo material radioactivo y entiendo que había hasta bombas no detonadas.
Fue rápida la visita a ese depósito. Regresamos hacia la dimensión Tierra, siglo XX, 1984. De ahí partimos en dirección al polo norte. En la ida, entendí que visitaría alguna ciudad intraterrestre pues tuve la certeza de que ahí había una entrada hacia una de esas ciudades. Pero lo que ví fue un deshielo, grandes bloques se desintegraban, y sabía que aquello era un trabajo que estaba siendo hecho para equilibrar el clima, abatido por desmantelamientos devastadores y criminales, por detonaciones de armas nucleares, deshaciendo los procesos naturales milenarios que en conjunto formaban ciclos regulares de variaciones climáticas. Todo preparado, quedaba ahora un trabajo inmenso a la espera de los hombres intramarinos. Ese deshielo artificial siendo distribuído por las diversas corrientes marinas y recorriendo todos los océanos volvería a equilibrar el clima. Pero una cosa también quedó clara: los amigos del mar no podían intervenir más allá de lo que les era permitido y creo que ellos sólo estaban echando mano de esos recursos para que nosotros no destruyéseramos la Tierra antes que llegara su tiempo. Tengo la seguridad de que cuando ese tiempo se cumpla ellos no podrán más levantar un dedo a nuestro favor, aunque sus propios corazones sangren de dolor, considerando el amor que ellos nos dedican.
Regresamos en dirección al sur. Pasamos sobre el Cinturón Noreste y llegamos a ARMAT. En ese día me fue permitido saber que todo el alimento era hecho a base de algas. Podían ser sólidos, en tabletas redondas o líquidos dentro de recipientes pequeños, transparentes. Entiendo que se alimentaban muy poco, y por lo que pude percibir, no llevaban alimentos para casa, tal vez se alimentaban en el trabajo una vez por día, no tengo certeza.
También obtuve esclarecimientos al respecto del trabajo. Parte de la mano de obra era absorbida para la fabricación de alimentos, otra parte trabajaba para la agregación de cristales de sal que captaban la luz y la energía del sol a través del agua. Otra gran parte trabajaba en los laboratorios diseminados por varios confines del océano. Entendí también que había rotación en el trabajo, no existiendo grupos específicos que lidiaran siempre con alimentos y otros siempre con cristales, tornando rutinarion el trabajo. No existía diferencia entre las tareas; las de apariencia más humilde eran las que sustentaban a la clase más intelectual y sin la primera la segunda no exisitiría. Un amigo del fondo del mar dejaba el servicio en un laboratorio de investigaciones anti-contaminación nuclear y regresaba para trabajar con los cristales o alimentos con la misma voluntad y alegría. Quiero dejar claro que estas explicaciones se deben sólo al hecho de haber yo escuchado que confeccionar plaquetas de cristales sería tan monótono, que si se diera el caso de que nuestra humanidad tuviera que enfrentar aquel trabajo, se crearía de inmediato una clase obrera para enfrentar aquel servicio árduo sin jamás dejarlo y una clase privilegiada para ejecutar las tareas más amenas.
También supe que los habitantes de ARMAT tienen un período de infancia bien corto, pero no sé decir a cuanto equivaldría en nuestro tiempo.
En ese punto resalto el hecho de que desde el 8o. viaje apenas sentí a ERSAM a mi lado. Lo veo con cierta dificultad al inicio del viaje. De ahí en adelante sé apenas que me acompaña de cerca.
ERSAM llegó. Sólo pude verlo con mucha dificultad. Recuerdo que hacía un gran esfuerzo para conseguir divisarlo y lo único que lograba ver era una imagen casi transparente. Salimos en dirección al mar. Nos sumergimos inmediatamente. Observábamos grandes remolinos de agua negra, densa y ligera en la superficie del mar. No sé si el agua era negra por ser de noche o simbolizaba la contaminación exagerada por los desperdicios que los de superficie tiramos al mar.
En este viaje no sé exactamente porque sólo recorrimos puntos del mar trastornados por fuerzas y corrientes atemorizantes. Nada puedo describir más, porque a pesar de que el viaje fue largo, pasé todo el tiempo observando fenómenos que inquietaban y sacudían al mar. En ese instante me vino a la mente que lo que ví se refiere a lo que acontecerá en los días que anteceden a la invasión de los continentes por el mar. Creo también que me fue mostrado el descontrol del mar, en caso que no fuera llevado a cabo el trabajo de los hermanos de ARMAT, aliviando y limpiando cada vez que abusamos del mar.
Aclaraciones Finales
ERSAM está vivo.
El trabajo forma parte de una misión de socorro, iniciada hace 50 años. ERSAM y sus hermanos son voluntarios. Me fue aclarado que todo el equipo instalado en el fondo de los mares tiene una capacidad de funcionar para poco más de veinte años, tiempo suficiente para que se defina el futuro de la Tierra.
Ellos regresarán en naves espaciales hacia su planeta de orígen. Me fue dicho que el cuerpo, asemejando forma y colores marinos, era usado para el mejor convivir con la fauna de los mares. Estaban partiendo ahora. Algunos ya lo habían hecho. En ese instante ví naves saliendo del agua. Eran como platos muy finos, de metal plateado, cosa bien común.
Supe también que sería más difícil a partir de aquel momento establecer nuevas comunicaciones, lo que no significaba la imposibilidad total de nuevos contactos en el futuro.
Mirando hacia ERSAM, intentaba evaluar el sacrificio de aquel pueblo. Voluntarios, desafiando la vida en un planeta extraño, no llevaban absolutamente nada de nosotros. No recibieron laureles ni aplausos, ni el Premio Nobel por salvaguardar la vida en el Planeta Tierra, cuando reintegraron átomos y transformaron los residuos atómicos y radiación, impidiendo que las aguas del mar se tornaran vehículo de muerte, salvando la fauna y flora marinas.
Al frente mío, ERSAM ya no tenía aletas ni escamas coloridas. Más alto que nosotros, piel clara, apariencia humana de los terráqueos, trazos de fisonomía perfecta, apenas el filamento de luz permanecía en lo alto de la cabeza, como la primera vez que lo ví.
Después de algunas reflexiones, le pregunté como podríamos agradecer o retribuir tan grande trabajo. Me dijo apenas, que nosotros también algún día haríamos lo mismo por otros pueblos, impulsados por el amor que pudiéramos desenvolver a través de las experiencias infinitas vividas a lo largo de las sucesivas jornadas en el plano físico.
AMAR fue el último verbo que él conjugó.
¿Qué amor es ese que desconozco, que hace que las personas salgan de sus casas, dejen sus conquistas, para ayudar pueblos atrasados a que no se destruyan, corriendo el riesgo de ellos mismos ser aniquilados, y acabada la tarea salir así como si nunca hubiéran existido?
Esa interrogante, la guardo para momentos de reflexión, seguro de que el tiempo me dará la respuesta, si no aquí, en algún punto de la eternidad.
Urge aguardar.
El médium que viajó con ERSAM
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