viernes, 1 de noviembre de 2013

15: Pétalos de Luz!

CAPITULO 8

Atlántida

El objetivo principal del capítulo sobre la Atlántida es mostrar una civilización que evolucionó científica y tecnológicamente, pero que no tuvo el mismo desenvolvimiento moral y espiritual -por parte de la mayoría de su población- lo que la llevó a su destrucción.
Con esto se quiere hacer un paralelo con los días actuales, donde una situación semejante está ocurriendo, pues está prevista la transformación violenta de la faz del planeta por las mismas razones.




Visión Literaria y Científica

Lo que llevó a los investigadores y científicos a elaborar investigaciones sobre la existencia de la Atlántida, fue la descripción presentada por Platón, sobre un continente que existió y después se hundió entre América, Europa y Africa, en una región del Océano Atlántico, limitada al norte por las columnas de Hércules (estrecho de Gibraltar).
Tales informaciones Platón las recibió de Solon, legislador de Atenas, quien a su vez las obtuvo de sacerdotes egipcios. Platón habla sobre la Atlántida en los diálogos "Timeu y Crítias".
Según Platón, la Atlántida tenía ese nombre porque su primer rey se denominaba Atlas. Su capital se llamaba Poseidón y estaba circundada de montañas. Era una civilización desenvuelta tecnológicamente, con obras ingeniosas como canales para captación de agua, templos y palacios.
Su destrucción habría ocurrido por el fuego, según unos, por el agua, conforme otros, existiendo inclusive registros atribuidos a sacerdotes egipcios de que esto se había dado por la caída de cuerpos celestes, que la habrían bombardeado, llevándola a sumergirse en el mar.
Diversas obras fueron escritas sobre la Atlántida por investigadores de varios orígenes, presentando diferentes argumentos buscando probar la existencia de la Atlántida y procurando caracterizar algunos puntos de la civilización Atlante, de los cuales podemos citar, por ejemplo:
- La semejanza entre las pirámides de Egipto, México, Perú y América Central, como si todas fueran originarias de un único conocimiento, en tal caso de los Atlantes.
- La similaridad entre las escrituras de Mu, Maya y Egipcia; el descubrimiento de vasijas y tablas por los arqueólogos haciendo alusión al Continente Atlante.

- Semejanzas mejoradas entre las concepciones religiosas, astronómicas y arquitectónicas, y de modo más general, entre la civilización de los egipcios, sumerios, toltecas, incas y mayas; los estudiosos afirman que los pueblos descendientes de los Atlantes, antes y después del hundimiento, son entre otros: egipcios, aztecas, toltecas, mayas, indios americanos, etc.


Transcripción resumida de algunos capítulos de la obra mediúmnica En la Cortina del Tiempo, de Edgard Armond

Los primeros agrupamientos humanos tuvieron lugar en dos continentes desaparecidos hace milenios:
- La Lemuria, al sur de Asia, donde encarnó la Tercera Raza, la primera en habitar la Tierra;
- Y la Atlántida, situada en el Océano Atlántico, entre Europa, Africa y América actuales, donde encarnó la Cuarta Raza.
Los seres humanos de la civilización atlante adoraban al Sol y los astros, a los animales y a la naturaleza en todas sus manifestaciones, formando grupos politeístas, que los Protectores Espirituales de la Raza toleraron hasta ciertos límites el que hubiera, en los santuarios y en los templos organizaciones sacerdotales que rendían culto a un Dios Unico - Atman, el Gran Espíritu -, como fruto del trabajo de los Misioneros que encarnaron ahí.
Los atlantes se multiplicaron y formaron una comunidad de naciones poderosas, estableciendo colonias, sobre todo en el Este, las cuales, después de la desaparición del continente, se desenvolvieron y expandieron con el flujo de los refugiados, sobre todo del actual Mediterráneo, al norte de Africa y al sur de Europa, formando núcleos de varios pueblos antiguos. Estos pueblos, más tarde, mezclados con los griegos, formaron la Europa actual, así como también dieron las raíces etnológicas de los tuaregs, libios, núbios y etiopes.
En los últimos tiempos de la Gran Atlántida, se degeneró de tal manera la utilización de los conocimientos espirituales que la creencia en un Dios Unico quedó obscurecida por las prácticas de la magia negra, por el culto a los dioses mitológicos y por los intereses de orden puramente material. Ninguna actitud o decisión se tomaba sin audiencia previa de sacerdotes, magos, adivinos y hechiceros.
Los odios y las ambiciones se multiplicaban por el uso de los poderes de las tinieblas; asesinatos, venganzas y disputas interminables entre familias y tribus ocurrían por todas partes. Hasta que los pueblos de diversas provincias llegaron a aniquilarse en guerras de exterminio, por influencia de esos poderes terribles y aniquiladores, los mismos que intentaban, como siempre, desviar al ser humano de los caminos rectos de la evolución espiritual.
Los sacerdotes del Dios Supremo, en el silencio de sus templos suntuosos, se consideraban impotentes para imponer nuevos rumbos para las multitudes, y muchos de ellos quedaron vinculados con esas fuerzas de corrupción.
Eran los guías legítimos y espirituales del pueblo que, ciegamente siempre los obedecieron; cuando se dejaron dominar por esas fuerzas entraron a competir unos con otros por la posesión de poderes siempre mayores, y así se entregaron definitivamente a las cadenas de las tinieblas.

El epílogo de ésta situación desesperada fue el hundimiento del Gran Continente, donde sesenta millones de sus habitantes murieron en el mar, algunos millares alcanzaron tierras elevadas al oeste en América formando los pueblos mayas, aztecas, toltecas, incas entre otros; parte de esa población alcanzó la región Norte del planeta, inhóspita y mas tarde transformada en una zona glacial por efecto del desvío del eje de la Tierra; otra parte se refugió en las colonias atlantes ya existentes al Este, y la última parte, la mas sana, se salvó en la provincia oriental del continente, que no se hundió y vino a formar la Pequeña Atlántida.
Durante el hundimiento del Gran Continente un enorme cometa entró a la atmósfera del planeta provocando erupciones volcánicas, incendios, maremotos y atrayendo la masa oceánica de agua a centenares de metros de altura sobre el nivel normal. Este suceso queda constatado según la tradición egipcia y griega antiguas.
El cataclismo atlante alcanzó también la parte Sur del continente americano provocando el levantamiento de la Cordillera de los Andes y otras superficies, como lo demuestran las ruinas de ciudades tales como la de Tiuanaco, donde aún hoy existen puntos casi inaccesibles de la cordillera, en el Perú y en Bolivia.
Sin duda que la aproximación de cualquier astro puede producir catástrofes y, de acuerdo a cálculos de autores respetables, basta que un cometa se aproxime a menos de cinco mil kilómetros de la superficie de la Tierra para vaciar los océanos y proyectar las aguas sobre las tierras en ondulaciones de cuatro mil metros de altura, mismas que bastan para cubrir montañas.
Por otro lado, la corteza de la Tierra es extremadamente delgada, no pasando de sesenta kilómetros de espesor, lo que corresponde a un centésimo del radio terrestre. Mantenidas las debidas proporciones, la corteza se compara a una ténue cáscara de huevo siendo, por tanto, susceptible de romperse con la caída en su superficie de partículas cósmicas que periódicamente se proyectan sobre ella, muchas veces abriendo cráteres enormes de centenas de metros de diámetro y profundidad.
En la Atlántida, en dos ocasiones, fue eso lo que aconteció, esto es, esas dos clases de fenómenos produjeron cataclismos fatales, pero no por casualidad como es obvio, sino con la programación del Plan Director Cósmico, incluyendo el hundimiento del continente y el exterminio de gran parte de aquella humanidad.
Ejecutado el plan, pues, primero el hundimiento y localizados los seres remanentes en los puntos a los que nos referimos, el tiempo transcurrió y la vida retornó a su curso apagándose los recuerdos, las emociones y el terror colectivo generado por la catástrofe. La Pequeña Atlántida sobreviviente floreció y a su vez se tornó el hábitat del mismo pueblo, que se rehizo como nación tornándose también poderoso e influyente en el mundo de su tiempo.
Varios milenios habían pasado desde el hundimiento del Gran Continente y en la Pequeña Atlántida la vida se tornó, al poco tiempo, una reproducción exacta de lo que fuera la antigua nación: el mismo pueblo, los mismos vicios, los mismos instintos de violencia y dominación, las mismas mortales ambiciones de dominio material, todo presagiaba, en consecuencia, el mismo doloroso fin.
De ese fin nuevamente una pequeña parte de la población fue salvada, entre ella la comunidad del Monasterio de Astlan, el templo mas famoso y respetado del país, con sus sacerdotes de diferentes grados, discípulos, iniciados y siervos. Les competía a ellos preservar el patrimonio espiritual recibido y cultivado por los ancestros; la herencia del Señor para hacer transmitida a otros seres humanos, otros pueblos, otras razas, en otros lugares del mundo.
Los sacerdotes percibieron extraños fenómenos en el cielo, por ejemplo, un pequeño astro de los más cercanos y que servía de satélite comenzó a aumentar de brillo de manera inexplicable, al mismo tiempo que ocurrían temblores de tierra en varios puntos del continente.
Las lluvias fueron disminuyendo y el calor aumentando, iniciándose un período terrible de sequías. El gran río que atravesaba la región de Norte a Sur fue disminuyendo rápidamente de volumen y fuertes vientos soplaban viniendo del Suroeste y levantando detritos y cubriendo varias áreas como una nevada cerrada de polvo quemante.
El suelo estaba agrietado en varios lugares y de las grietas abismales salían vapores espesos y sofocantes que se levantaban hacia el cielo, tornándolo cada vez más bajo, aumentando así enormemente el peso de la atmósfera, haciendo que la respiración sea más difícil y angustiante; y el polvo quemante y caliente entraba por la nariz y boca matando por asfixia.
Tempestades llenas de relámpagos golpeaban la Tierra de manera súbita; lluvias torrenciales acarreaban de la atmósfera toneladas de detritos y polvo volcánicos proyectándolos sobre los campos y ciudades formando una lama repugnante y mortífera que, en algunos lugares, alcanzaba varios metros de altura y una extensión de varios kilómetros.
Surgió en el cielo un cometa que se aproximaba y crecía en volumen y brillo con extrema rapidez; surgió en la constelación de Cáncer y a los pocos días ocupaba más de la mitad del cielo, llenándolo de un fuego resplandeciente, mientras que el astro satélite, que había desaparecido, explotó en el espacio proyectando enormes fragmentos sobre la tierra y el mar. A medida que el cometa crecía, el océano quedaba cada vez más elevado, pareciendo saltar del lecho inmenso precipitándose en monstruosas olas sobre las escarpas más altas, cubriendo todo lo que encontraba a su paso.
Así, el recurso de la pesca también desapareció por la furia ininterrumpida de las aguas, y el hambre llevaba a los hombres a cavar el suelo en lugares más apartados, donde los árboles aún no se habían secado, para comerse las raíces, puesto que ya eran indiferentes a los animales feroces que corrían por los prados y selvas deshojadas.
Y, por fin, desvariados, disputaban también ferozmente entre sí, matándose unos a otros en las calles y en las casas para saciar el hambre.
Pero aún estaba lejos la solución a tanta calamidad; en toda la vasta región asolada, deshechos los lazos de disciplina, del orden y de la autoridad del gobierno, una completa anarquía empezó a reinar, el más terrible sálvese quien pueda. Y las ciudades se despoblaron y los campos quedaron destruidos por la furia de las multitudes desesperadas y hambrientas.
Todavía en toda la gran región existía aún un refugio, el Monasterio de Astlan que se mantenía en pie y funcionando más o menos como de costumbre, atendiendo a todos dentro de los límites de lo posible, ofreciendo consuelo, orientación y consejos sensatos y viables, llamando la atención hacia el significado espiritual y punitivo de los acontecimientos, y recomendando el abandono de los falsos dioses, para regresar hacia el Dios Supremo, cuya misericordia era infinita.
Sesenta días antes, cuando esos acontecimientos entraron en su fase más grave, los sacerdotes y demás miembros de esa comunidad se reunieron bajo la orientación de Morevana, señor del templo, y Astério, el jefe supremo de la comunidad religiosa y cuya vida, en aquellos días tristes, era la de un nómada, recorriendo incesantemente el país de extremo a extremo para orientar el sacerdocio y al pueblo sobre el culto verdadero que en los últimos tiempos se estaba extinguiendo en los tortuosos, sombríos e impuros cultos malditos.
Cerca de doscientos hombres en siete barcos recibieron órdenes de partir, llevando los manuscritos del monasterio; preciosos documentos grabados en láminas de orialco, material amarillo semejante al oro y de muchos y variados usos entre los atlantes. Estos manuscritos contenían el resumen de los conocimientos de las cosas sagradas: el origen del hombre, la historia de la Cuarta Raza y de los siete pueblos que la formaban; las reglas y ritos del culto atlante para el intercambio con el mundo espiritual, la fundición de metales y la fabricación de objetos de uso; la construcción de naves para grandes y pequeñas rutas; el levantamiento de edificios y monumentos; el sistema de comunicaciones rápidas entre lugares distantes; el movimiento de los astros, sus conjunciones y efectos en la vida humana; en fin, todos los conocimientos incorporados hasta aquel momento por la humanidad terrestre y que así sobrevivirían a la extinción de la Cuarta Raza.
Navegaron durante mucho tiempo, bajo grandes dificultades y aparentemente sin destino hasta que guiados por lo Alto llegaron a una playa; estaban así trasplantando en tierras nuevas los conocimientos y tradiciones incorporados por la Quinta Raza, que en la continuidad evolutiva de la civilización planetaria deberían ser heredados por los seres humanos de la Quinta Raza.
Fundaron ahí la colonia de Nueva Esperanza y los años pasaron…muchos de ellos de progreso y luchas.
Y las noticias de aquellos progresos corrieron y fueron llegando visitantes de colonias atlantes perdidas por aquellos desiertos y que día a día hacían parte de la población; y la colonia creció de una manera increiblemente rápida, expandiéndose, y al poco tiempo, era como una ciudad llena de gente, de movimiento y de vida.
Por el mar, de vez en cuando, llegaban barcos y todos demostraban su espanto por encontrar de manera imprevista una verdadera ciudad atlante, habitada por seres humanos de su raza y que como ellos mismos sobrevivieran a los cataclismos y que perpetuaban las tradiciones, creencias y costumbres de la antigua Poseidonis -capital de la Pequeña Atlántida, ya desaparecida.
En escuelas adecuadas, los jóvenes eran educados en el culto al amor y a la belleza, para que fueran artistas y poetas; recibían esmerada instrucción religiosa transmitida por los sucesores de los sacerdotes heróicos que llegaron primero; eran semillas de una raza nueva, fuerte y sabia, defensora de una herencia cultural y religiosa, destinada a formar una nueva civilización.
Legiones de guerreros adiestrados en los más sanos deportes, disciplinados y bien armados, defendían la comunidad, luchando contra enemigos desconocidos, que varias veces atacaban.
Y fue así que la civilización atlante se preservó ahí, junto al Monte de las Abejas, en Arcadia, y se difundió por el Mediterráneo y avanzó hacia la Mesopotamia, donde quiera se fundaron colonias nuevas que dieron origen a los diversos pueblos de la civilización antigua, a los griegos, egipcios, arcadios, y más tarde a los etruscos, judeos, caldeos, asirios y tantos otros que la historia registra.



Conclusiones

Una comparación entre la literatura sobre la Atlántida y los mensajes de los médiums, nos muestra la concordancia entre los siguientes puntos:
a) La mayoría de los habitantes, un poco antes de la hecatombe, eran de naturaleza beligerante.
b) Los Atlantes construían pirámides, así como todos los pueblos descendientes, los cuales se diseminaron por Egipto, Asia Menor, México y Perú.
c) Las casas eran construidas sobre montañas, que circundaban la ciudad, similar a la descripción de Platón.
d) Su localización se dio entre América, Europa y Africa;
e) La destrucción se hizo a través de fuego y agua.




Mensajes recibidos en el GER

Pregunta - Hermano Ersam, ¿geográficamente dónde existió la Atlántida?
Respuesta - La atlántida tiene su marca en un punto hecho como una cicatriz en la faz de la Tierra, casi borrada por el tiempo y por las aguas. Geográficamente, esta cicatriz se localiza cerca del lugar donde afirmaron que existió. Son reminiscencias de Seres de allá, quienes sienten las vibraciones de su hogar a manera de intuiciones lo que se ha transformado en informaciones e intuiciones. Por tanto, esta quedó situada entre las Americas, Europa y Africa.
Pregunta - ¿Los Atlantes de desenvolvieron también al nivel de ocasionar su propia destrucción?
Respuesta - Unos desaparecieron en la tragedia como punto final del ciclo de aquella reencarnación. Otros fueron retirados. La mayoría quedó presa mucho tiempo en lugares diversos en el "plano astral" y regresaron alternadamente a la Tierra.
Pregunta - ¿Cuánto tiempo duró la civilización Atlante?
Respuesta - Por un plazo normal que duran las civilizaciones, plazo determinado por lo Alto. Son períodos de resplandescencia y declinación naturales de la vida de las naciones, así como es en la vida humana. Es un proceso natural que puede ser comprobado por su propia historia.
Pregunta - Ya leímos en más de una obra que los Atlantes, por maldad, hacían trasplantes sustituyendo la cabeza humana por la de un animal, ¿eso era verdad?
Respuesta - Eso sería un enfrentamiento a los principios de la materia y las Leyes de Dios. La respuesta es no.

Diálogo mental entre le médium y Ersam




La Atlántida

Pasaron varios milenios desde la desaparición de la Atlántida, misma que sucumbió bajo convulsiones violentisimas.
La Tierra abrió su cuerpo y sepultó con desesperación partes de los que había.
El mar transformado llevaba lo que le dañaba de una manera indescriptible.
Había algo también. El viento que guiaba esos elementos arrancaba con violencia todo lo que estaba en su camino.
Había muy pocas probabilidades que se encontrara algo que hubiera aguantado tan difícil trance. Y aunque así fuera, el tiempo se encargó de arrastrar de un lado a otro, triturar y destruir todo.
Lo que hoy existe es un lamento profundo que marca todo lugar del holocausto.

Ersam
(Mensaje psicofónico, en 1983)



Atlántida antes de la destrucción

Fui llevado a la Atlántida por Shama Hare, en una época poco antes de su destrucción. Estaba habitada por tres grupos distintos. Dos de ellos tenían grandes conocimientos tecnológicos y vivían luchando entre sí por la disputa del poder con una guerra fría. El tercero portaba el conocimiento espiritual al frente de la tecnología; este grupo recibió orientación espiritual para salir de la Atlántida. Habría un cambio en la conformación del planeta y este continente desaparecería. Las orientaciones fueron para que salieran en naves y cuando llegaran a los lugares predeterminados las naves explotarían.
Algunos lugares estaban en Egipto y Asia Menor, otros en México y Perú, en la Cordillera de los Andes y otros en Brasil.

Mensaje recibido el 09/09/91



Los que quedaron en la Atlántida desaparecieron. Por lo que entendí, los pueblos beligerantes no recibieron el mensaje para que dejaran la Atlántida, pero algunos consiguieron dejarla a tiempo.
Las pirámides son obras de los Atlantes, quienes incluso fueron orientados para que las construyeran. Estas pirámides desempeñarán un papel fundamental en la transformación futura.
Las naves de la Atlántida se movían con energía proveniente de un cristal. Las mismas se abastecían a distancia y sin necesidad de ir a la fuente.
La sobrecarga en el cristal madre destruyó todas las naves de la Atlántida aunque estuvieran a millares de kilómetros de distancia.
Los Atlantes sabían de la existencia de pueblos primitivos en el planeta. Los que consiguieron salvarse por orientación de lo Alto y cumplieron las determinaciones no volvieron a nacer en la Tierra, pues ya habían alcanzado un estado superior.
Los que vinieron para Brasil fueron los que construyeron el "Majestuoso Salón de la Armonía Universal", en Brasil central.

Viaje al pasado con un Amigo Espiritual, el 09/09/91



En un segundo viaje, regresé a ese lugar fantástico. Me dijeron que este salón se comunica debajo de la superficie de la Tierra con la Isla de Pascua.
Dentro de este salón tuve una videncia interesante. Hay un pequeño compartimento, dentro de una pirámide, en Egipto, que jamás fue penetrado. Su forma es la misma de una pirámide. Las paredes son púrpura; una pequeña esfera de oro flota en el eje del vértice. Vi también el interior, aún no tocado, de otra pirámide pero en América Central. La pared azul cobalto muy oscuro.
Después vi como si mirara un mapa desde lo alto. Un triángulo unía a México con Egipto y a su vez éstos a Brasil. Formaban un gran triángulo. Y dentro de este gran espacio estaba la Amazonia. Había en parte de ella un batallón de elementales que cuidaba para minimizar efectos nocivos.
Me dijeron que aquellos millares de elementales estaban por encarnar como seres humanos en el planeta higienizador.
Me dijeron que aquella pirámide es un transmisor de fluidos magnéticos que alimenta todo tipo de vida animal en nuestro planeta, y que su destrucción compromete la renovación de la vida en la Tierra.




Inmersión en el Pasado

Un lugar hermoso con árboles inmensos; no había automóviles y las personas se querían mucho y cuando querían volaban. Las casas estaban sobre las montañas que rodeaban la ciudad, todas ellas eran blancas tipo mediterráneo. El jardín e inmensos árboles quedaban en la parte central como si la ciudad hubiera sido construida en la cima de un volcán.
Observación: La Atlántida fue destruida porque la sabiduría fue grande, pero el orgullo, la soberbia, la falta de fe y desamor, fueron mayores, tanto como la perdición.
Sus supremos sacerdotes, los Manus, sabían de todo y por eso cada uno quedó encargado de llevar un conocimiento hacia una parte del mundo. Todos los conocimientos juntos resultarían en una nueva destrucción.



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